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Nacimiento, gloria y muerte de las VPO

02/06/2023
 Actualizado a 02/06/2023
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En el anterior escrito comentaba el sistema de VPO (Viviendas de Protección Oficial), bastante conocido por los del gremio, igualmente oído por los mayores que lo vivieron y completamente ignorado por los más jóvenes.

Algunos de los primeros y segundos, en esos encuentros casuales que se tienen en la calle, recordaban, con mayor o menor grado de memoria, aquellos planes de vivienda. Excepcionalmente un par de jóvenes, pero no tanto, de los terceros, preguntaban qué era eso.

Así que, aquí y ahora, al hilo de todo este revuelo de la Ley de Vivienda y, sobre todo, de las ofertas de las miles de ellas que se pretenden construir, creo necesario hacer una descripción de lo que fue aquel plan de vivienda causante del gran parque de propiedad privada que hoy está en manos, sobre todo, de pequeños propietarios.

Con carácter general, y simplificando mucho, pues, con el transcurso de los años el sistema se fue haciendo más complejo a la par que menos deseado, se trataba de conceder ayudas y facilidades para acceder a la vivienda, que se daban tanto a los promotores como a los futuros propietarios, partiendo de la base de que era edificación privada (había otros planes, menos ambiciosos, de construcción pública). De hecho, fueron cientos de miles, en realidad unos cuantos millones, las que se construyeron por la iniciativa privada. También las hubo por construcción pública, pero no llegaron, creo, al 10 % de las anteriores.

El proceso empezaba por lo que se denominaba «el cupo», que era el número de viviendas de nueva construcción por provincia, a las que el estado anualmente «ayudaba». La publicación de ese «cupo» se hacía a finales del primer trimestre del año y era esperado como agua de mayo, pues sobre él se desarrollaba la mayor parte de la actividad constructiva del sector. Recuerdo los comentarios cuando iba llegando el momento: Se retrasa. Pero cuando sale. Serán suficientes. Y esto último era curioso, porque siempre se solicitaban más de las que iban a conceder.

Una vez publicado el total de viviendas a las que se iba a dotar de ayuda (‘proteger’), y cuantas en cada Grupo o tipo, los promotores, privados, profesionales y cooperativas, registraban la solicitud con el número de viviendas, ubicación y Grupo al que se adscribían. De siempre, recuerdo, se solicitaban más de las que se daban por el Ministerio de la Vivienda como protegibles, pero, que nadie me pregunte cómo, al final había ‘cupo’ para todas, vía «excedente de otras provincias» (cosa llamativa habida cuenta que esta provincia no era diferente en sus apetencia a todas las demás), o por una «ampliación extraordinaria».

Como ya se ha explicitado anteriormente, estaban los llamados Grupos en los que la protección se escalonaba en función de las capacidades económicas de los usuarios: a mayor capacidad económica, menor ayuda.

La ayudas iban desde créditos hipotecarios (que muy mayoritariamente daban las Cajas de Ahorro), a los que se les primaba el interés que luego era compensado por el Estado a las entidades, exención de coste de licencia municipal e, incluso, cantidades a fondo perdido del 30 % para las destinadas a aquellos con menores posibilidades.

Así, las de Grupo Primero, destinadas a compradores con mayor capacidad económica se beneficiaban de la mejora del interés hipotecario y costo de licencia y unas mayores superficies construidas. Las llamadas Protegidas, destinadas a usuarios de menor capacidad, las ayudas eran las mismas pero mejoradas y estaban luego la Subvencionadas, destinadas a aquellos que tenían aún menor capacidad adquisitiva a las que, además de las ayudas generales, se las primaba con el 30 % de costo a fondo perdido que el estado compensaba al vendedor.

Por supuesto con estas condiciones se obligaban también limitaciones: el precio de venta estaba fijado por el Estado en función la ciudad y zona de la misma, el suelo para construir no podía superar unas cantidades (con esto evidentemente no se podía construir en los centros urbanos), y se obligaba a mantenerse en el régimen de protección durante 25 años, de manera que si te salías (vendías la vivienda por fuera de los límites fijados), estabas obligado a «descalificarlas» y devolver todas las ayudas y exenciones.

Así que, en cuanto el ‘cupo’ salía y se aprobaba la propuesta de solicitud de ayuda, inmediatamente empezaban los proyectos, las tramitaciones y las construcciones.

Para mayor seguridad, los funcionarios del Ministerio hacían una revisión final, tanto de calidad de la construcción como de cumplimientos de las propias ordenanzas de VPO, ordenanzas que, por dar una idea, obligaban a dar una calidad que, salvo lujos en las construcciones privadas, eran muchas veces superiores a éstas últimas (y téngase en cuenta que el 70 % de un edificio es igual para todos los tipos, barato o caro).

Había sus chanchullos bajo cuerda en eso del precio de venta, como no, pero la cosa funcionó.

Con el paso de los años, la legislación se fue haciendo más compleja, las condiciones empezaron a variar de un sitio a otro, la banca privada entró en el mercado de las hipotecas, y el estado dejó de primar los intereses, dejando a la libre competencia la fijación de los tipos. Luego, fueron los ayuntamientos los que se plantaron, exigiendo que si ellos no cobraban las licencias, se las compensara de las arcas de hacienda, cosa a la que hacienda se negó. Para terminarlo de arreglar, la competencia de vivienda se pasó a las autonomías, con lo que se perdió la acción general en la materia.

Desaparecidas las ayudas, las VPO… se acabaron.

Más o menos aquello de que entre todos la mataron y ella sola se murió.

Todo esto es un relato muy simplificado de un plan de promoción de viviendas que empezó allá por el final de los 50, que tuvo su auge en los 70 y parte de los 80 y que luego, poco a poco prácticamente desapareció.

Y eran unas ayudas importantes, sobre todo para las llamadas «Subvencionadas», las destinadas a la población menos pudiente, con una aportación del 30 % a fondo perdido y las rebajas de tipos, lejísimos, por ejemplo, de ese aval del 20 % (aval que, al final, también hay que pagar) y que además sólo está al alcance de unos cuantos,

Así que, en toda esta barahúnda de miles de viviendas que se prometen, de todos esos anuncios para eliminar ese déficit de vivienda sobre todo para los menos favorecidos, no puedo más que preguntarme: si ya hubo un plan más que exitoso, de resultados probados, es que no hay nadie que lo retome, lo actualice y lo ponga en marcha?
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