Museo circulante

Bruno Marcos escribe sobre cultura y medio rural a propósito del proyecto 'Qué se ve desde aquí', expuesto en la Fundación Cerezales hasta el 31 de julio

Bruno Marcos
30/06/2022
 Actualizado a 30/06/2022
Vista de la exposición ‘Qué se ve desde aquí’ que puede visitarse en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. | FCAYC
Vista de la exposición ‘Qué se ve desde aquí’ que puede visitarse en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. | FCAYC
A finales del siglo XIX, en España había una tasa de analfabetismo que superaba el sesenta por ciento y más de dos terceras partes de la población se dedicaba a la agricultura, es decir, bastante más de la mitad del país vivía en las zonas rurales y en su mayoría no sabían leer ni escribir. Por entonces, Giner de los Ríos solicitó al gobierno llevar la enseñanza y la cultura a los pueblos para sacarlos de su aislamiento. El bajo nivel de la educación intentó atajarse con la creación, en 1900, del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. A partir de ese momento fueron muchos los que incidieron en esa cuestión, sobre todo los vinculados a la Institución Libre de la Enseñanza que, desde 1876, impulsó el mejoramiento social a través de la educación.

Al final de la dictadura de Primo de Rivera, en 1930, se había producido cierto resurgimiento de las ciudades y el desarrollo de algunas infraestructuras, pero el tema de la educación seguía pendiente. En los años treinta, la Segunda República acometió esta cuestión e inició además las Misiones Pedagógicas, que entre 1931 y 1936 llegaron a cerca de 7.000 pueblos con la participación de aproximadamente 600 misioneros, entre los cuales hubo creadores que lograron posteriormente gran renombre como Cernuda, Ramón Gaya, María Moliner, Val del Omar o Alejandro Casona entre otros muchos. Además, se puso en ruta el Teatro Universitario La Barraca, con la figura destacada de Federico García Lorca al frente. Las misiones llevaron al medio rural teatro, música, bibliotecas populares, recitales, cine y un museo ambulante con obras copiadas por artistas en el Museo del Prado.

A lo largo del siglo XX la alfabetización se produjo casi en su totalidad y la divulgación del patrimonio artístico y del conocimiento se ha generalizado hasta nuestros días; no obstante sigue habiendo una brecha entre las ciudades y los pueblos; la experiencia directa con la cultura en ellos sigue siendo muy escasa y de baja calidad. También es cierto que los sistemas de transporte y las vías de comunicación permiten que las personas que viven en los pueblos se trasladen a visitar museos con más facilidad que antes, pero no es suficiente. Internet, que podría ser una gran herramienta para el acceso de estos habitantes a la cultura no está implantado en gran cantidad de estos lugares y carecen de la cobertura necesaria; por otro lado lo que publican muchos museos en sus páginas webs consiste en información encaminada a promover las visitas físicas a sus exposiciones y pocas veces ofrecen una auténtica visita virtual. Hay que añadir hoy en día a las condiciones del campo un problema más, unido a los anteriores, y este es el de la paulatina y progresiva despoblación.

Existen diferentes iniciativas actuales cuya ascendencia está en el Museo Circulante y las Misiones Pedagógicas, aunque muchas de ellas hoy no vengan de decisiones de los gobiernos como aquellas sino de actividades privadas o asociativas. Entre ellas destaca la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, que ha recibido hace pocos meses la Medalla de Oro a las Bellas Artes concedida por el Consejo de Ministros y que está situada en un pueblo de menos de un centenar de habitantes. En su caso se produce una novedad importante, histórica: que esa cultura no viene de fuera sino que se produce en el propio medio rural con una fuerte implicación de lo local en lo universal y de lo universal en lo local.

La institución leonesa de Cerezales del Condado muestra hasta el 31 de julio un proyecto expositivo que deja ver muchas ramas de este árbol genealógico del que provienen sus actividades. A raíz de la participación del artista Antonio Ballester en sus talleres didácticos se ha planteado una cartografía referencial con elementos de la cultura y el arte pretéritos y con registros de sus acciones educativas en el entorno de la comarca del Condado. Se pueden ver paisajes de los primeros pintores plenaeristas, Beruete o Haes, venidos del Museo del Prado, junto a obras de la Escuela de Vallecas, de Benjamín Palencia, Delhy Tejero o Maruja Mallo. También se exponen manuscritos de Delibes sobre sus experiencias por los ríos de León y los resultados de varios talleres didácticos realizados con artistas actuales, así como recursos educativos de la Fundación Sierra Pambley, entre otros muchos materiales. Todo ello presenta, más allá de una exposición al uso, la lectura de un auténtico manifiesto sobre el valor de la cultura para la mejora de la sociedad y la vivificación de lo rural, cuyos primeros párrafos tienen más de cien años y los últimos se están escribiendo ahora mismo con proyectos como este.

‘Qué se ve desde aquí’ se expone en la Fundación Cerezales hasta el 31 de julio.
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