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Muñecas recortables y corral de comedias

25/05/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Hace mucho que las niñas adolescentes no leen Sissi, la revista editada por Bruguera, aprovechando el éxito envolvente a las películas en torno a la figura de la hermosa, admirada, rebelde y adelantada a su entonces, emperatriz Isabel de Baviera, más conocida por Sissi, personaje extraordinariamente interpretado por el bellezón, sobre cuyo trágico final aún sobrevuela hoy el pájaro del suicidio, de Romy Schneider, penosamente profanada su tumba parisina, ni tampoco juegan a las mariquitas o muñecas recortables de papel, conforme me relata mi firme amiga María del Mar Ástor con tan abundante como buena voz, la cual se detiene con detalle en aquellos padres, avanzados los años cincuenta, que ojalá ardan en los infiernos por haber pegado a sus hijos sin motivo o a la mínima con la hebilla del cinto. El mío, Adolfo López Fernández, lector fiel del periódico en el bar a la hora bendita de la manzanilla y en casa de cualquier libro que la suerte ponía en sus manos (en mi hogar pasaron muchos, muchos años sin existir una biblioteca, sin embargo ahora falta espacio para colocar tanta publicación), acudiendo a pequeños, pero bien perfilados, incluso artesanalmente decorativos trozos de cartón como marcapáginas, agricultor primero, con brevedad, y mucho más tiempo minero, no era así. Nunca, por fortuna, fue así. La violencia no existía para él en su patrón filial ni en nada.

La verdad, ignoro por qué tan lejanas circunstancias llegan ahora a mí sin solicitarme permiso alguno. Tal vez porque me llevo bien con mi distante infancia y soy muy amiga del agua reposada como ésta que tengo ante mi mirada: Las Tablas de Daimiel y Villarrubia de los Ojos, gracias al vómito de los ríos Cigüela, pequeño, y Guadiana, grande. Estamos en primavera, impepinable verdad, tan impepinable como que en Las tablas voltean tan sólo unos pocos patos junto con unos escasos pájaros y especies florales. Dicen los entendidos que todavía no ha llegado la época propicia. No, asimismo, según los habitantes de esta tierra manchega salpicada de blancos y nominados molinos, que, por cierto, un viento sin miramiento hace poco les arrancó varias aspas madereras, siendo sustituidas por otras más resistentes de hierro. Seguro que Don Quijote si asistiese ahora a tan ventoso espectáculo no dudaría en atribuir la culpa a impresionantes gigantes disfrazados de viento. Yo misma, sin dudarlo, o poco, doy la razón a quien con desencanto evidente escribió: «En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme».

Mas, metidos en harina manchega, debo expresar que para escribir las actuales líneas había pergeñado un plan daimieleño, mejor, ciudadrealeño, en el cual no podían faltar la capital, Almagro, Las tablas y algo más, puede.

De la capital, Ciudad Real, tengo presente las abundantes presencias cervantinas, la Plaza Mayor con su bonito ayuntamiento de tendencia horizontal frente al atractivo reloj carillón, donde la figura autómata de Cervantes en un balcón nos presenta a Sancho en diversos momentos y finalmente a Don Quijote imbuido en la lectura. Aquí me saqué unas fotos, sin embargo, la lluvia acompañada por la oscuridad las chafaron. No obstante, sirven para abrir el recuerdo con firmeza si no acabo de jorobarlas con mi torpe manejo del teléfono móvil. Dicho reloj pone en mi memoria el similar existente en la maragata Astorga, más en concreto en la Plaza Mayor, con los maragatos Juan Zancuda y Colasa, dando las horas.

En cuanto pude me desplacé en autobús con satisfacción a Almagro. Visité el celebérrimo Corral de Comedias tan sólo, pues no había función, y me saqué una foto muy gustosa para mí, con mejor calidad que las comentadas, debido a un abundante sol. Es aquella en que estoy asida al arco de hierro del que pende la roldana del pozo esquinero. Tal corral de comedias, llamado así pese a representarse en él dramas, tragedias o las mismas comedias, es el único del siglo XVII español que se conserva tal cual.

En el Museo Nacional del Teatro me detuve en tres retratos ante todo: uno con el rostro de Buero Vallejo en su época joven, el otro dedicado a Lope de Vega y el último, nada acertado, muy desatinado, irreconocible con la figura de Federico García Lorca. Los tres han sido construidos por el pintor valenciano Alejandro Cabeza. Disfruté también aquí, en Almagro, de la Plaza Mayor, un rectángulo color verde. («Verde que te quiero verde». Lorca. Lorca), depositando en ella atentas miradas.

Hice dos compras en Almagro. Una camisa con dibujos, barata por estar en rebajas, que mira tú por donde algún avispado o avispada me la mangó mientras yo, distraída, ajena, focalizaba un paisaje con el móvil, igualmente adquirí una tableta de chocolate negro con aceite de oliva, ‘Téllez’, hecho en el pueblo. Lo comí al regreso, ya en casa. Nunca lo había probado. No estaba mal.

Mientras esto relato, sin darme cuenta, el anochecer añade a mis recuerdos aquél relativo al inexistente, hace bastante, equipo de balonmano ciudadrealeño, que en la escala de los grandes aireó el nombre de Ciudad Real tanto por España como por el extranjero. Fue una época lustrosa la del Club Balonmano Ciudad Real, distinguido lo mismo que el Ademar, el Barcelona o el San Antonio (Pamplona). Dicho equipo vivió entre 1992 y 2011. A su muerte surgió, digamos, un sustituto, el Atlético de Madrid, que enseguida se apagó (2011-2013). Entre los entrenadores del equipo que tantas veces marcaron su hacer en el pabellón Quijote Arena destaca el anterior jugador kirguiso, nacionalizado español, mundialmente reconocido Talant Dujshevhev, apodado Nitro, en activo todavía a estas alturas como singular entrenador en la liga polaca, habiendo trasmitido con ímpetu resplandeciente, según se aprecia, el gen balonmanístico a sus destacados hijos Alex y Dani, coincidentes ambos ya en la selección española. Talant al producirse la desaparición del equipo manchego pasó a entrenar el efímero Atlético de Madrid. Mas sin fantasear, ni en lo dicho con antelación, ni en lo siguiente, respecto al balonmano ciudadrealeño, hay que prestar atención al nuevo equipo capitalino, el Alarcos, pues disputará el ‘playoff’ de ascenso a la Asobal. Así pues, Ciudad Real podría tener nuevamente un club en la élite la temporada venidera.

Es mayo, 2018, un viento similar al ábrego, testarudo, se dirige hacia aquí. Ha regresado el frío. El calor es una urgencia. Crecen las neveras vacías. Mientras, en abundancia, se manifiestan por todas partes los pensionistas. Muchos jóvenes, sin planes para el futuro, deshaciéndose en gritos reivindicativos, se suman a ellos.
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