10/11/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Cuando te ves joven, guapo y sobradamente preparado, no es extraño que llegues a creer que eres el rey del Mambo. Pertenecer a la generación más titulada y masterizada de la historia no es sinónimo de tener a los jóvenes mejor preparados.

El pasado martes entré en una sucursal bancaria para hacer el ingreso de un recibo, de esos que por cabezonería no he querido domiciliar y asumo por tanto el peaje de abonarlo los días que ellos quieren, a la hora que ellos deciden y en la oficina gestora que ellos eligen, que por algo el banco es suyo. Pero bueno, dejando al margen las distintas políticas comerciales, que como todo en la vida son muy respetables, me encontraba allí en el hall cuyo suelo brillaba magníficamente, como si estuviese recién pulido, y mientras esperaba en una gran fila humana presencié el poco respeto y cariño que algunos se gastan con nuestros mayores. La ignorancia que poseemos no tiene límites al no asumir, que la juventud no es eterna y que en unos años, pasaremos a vernos tan ‘vendidos’ como los abuelos de hoy.

Ver actuar a un bancario con el traje Scalper perfectamente planchado, con discurso de academia moderna de negocios mientras le expone a un paisano con boina, cacha y lupas como la Blasa, las ventajas y beneficios del cajero o la necesidad de darse de alta en el móvil para ‘logarse’ en la banca ‘online’, te hace pensar que somos una sociedad paleta y de mierda.

Ese empleado seguramente tendrá instrucciones de motivadores que le enseñarán a venderlo todo sin alma alguna. Ese chaval que abusa de anglicismos para esconder su pobre español, casi con toda seguridad no entenderá que con todo lo que ha estudiado y viajado, ese sea su sitio, y no encontrará respuesta a qué hace aquí abriendo libretas y tratando con octogenarios que únicamente le van a dar chaqueta y le piden bolis de propaganda.

Y hoy cuando salga con sus amigos a tomar unas cañas, les contará la paliza que le han dado los viejos esta semana porque bloquean el acceso a la web y no distinguen el ‘password’ del ‘login’, esos que no entran desde el teléfono ¡con lo fácil que es! Y pondrá el ejemplo de su padre que saca los cotos de pesca por la red o de su madre que mira Facebook todas las noches y ha creado un grupo de antiguas alumnas del Instituto.

Ese trabajador que carece de tacto con la gente mayor, y que nos anima para que no vayamos por la oficina, incluso habrá bonificaciones para el que lo solicite todo por la ‘app’, tiene un problema, no es consciente de que él mismo se está inmolando y que lo bueno tiene fecha de caducidad, pero claro, eso no se lo enseñan en los másteres, eso es de viejos desactualizados.
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