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Mujeres sucias de carbón

04/09/2020
 Actualizado a 04/09/2020
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«Me gusta retratar los mundos que se acaban», dice Cecilia Orueta. Estamos en Ponferrada, en la Fábrica de Luz, la antigua central eléctrica de la Minero Siderúrgica. Turbinas y el sonido del río Sil allí abajo. Cecilia ha venido a hablar de su libro de fotografías, ‘The End’. Aunque en realidad Cecilia más que hablar de su libro, lo que hace es mostrarnos su libro. Mostrarnos las imágenes de su libro –preciosamente editado por Eolas–. La nieve sobre la cuenca minera, los últimos mineros quitándose la negrura del carbón en las duchas destartaladas, los fluorescentes torcidos y las pintadas, los archivadores mohosos, los rostros de arrugas como excavadas por el pico. Y también, el cine de la empresa, el casino de la empresa, el hospital de la empresa. Las empresas como colonias, el León y el norte de Palencia que fueron como el antiguo Oeste en la fiebre del oro: dinero, algarabía, mujeres jóvenes, escuelas llenas de niños. Y muertos, y lisiados, y ahogados lentamente por la silicosis. Todo eso está en ‘The End’, retratado como un juego de luces norteñas, amarillentas y un punto tenebrosas. La luz delimita los mundos de Cecilia. Y ese enfoque, difuminado o certero, pero nunca idílicamente perfecto, el enfoque de las esquinas de las cosas. De las zonas oscuras.

«La mina te lo dio y la mina te lo quitó», dice Noemí Sabugal, una de las conductoras de la presentación. Ella lo sabe bien, hija y nieta de mineros, publica en breve su ‘Hijos del carbón’ (Alfaguara), una historia ensayo de periodismo literario sobre el fin de la minería en las cuencas de toda España.

El cierre de las minas ha acabado con la prosperidad de la montaña y el Bierzo leoneses. Y esa lenta extinción está en nuestro imaginario colectivo. Aún recuerdo cuando una fornida enfermera llevaba a mi padre al quirófano en el Hospital de León. Y él, medio atontado ya por la anestesia, le preguntó de dónde era y cuando ella respondió que de Villablino, mi padre soltó: «Con lo que fue eso».

Con lo que fue eso. La mina nos los dio, la mina nos lo quitó. Pero no debemos conformarnos. ¿Qué podemos hacer? ¿qué podemos hacer para rescatar esas cuencas mineras, devastadas y, a la vez, bellísimas? Pelear. Pelear por darle un sentido a todo eso, por encontrar industrias alternativas, por salir adelante con dignidad. Y para empezar, lo que podemos hacer es retratarlas, como ha hecho Cecilia, y contarlas, como ha hecho Noemí.
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