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Mujeres de tierra

02/03/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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"Siempre, siempre quedan las huellas". La escritora y veterinaria de campo María Sánchez levanta sus palabras sobre esas huellas. Igual que los pastores trashumantes hacían un único camino en la nieve y pisaban sobre las huellas del primero para no mojarse los pies. Sánchez es cordobesa y le fascina la nieve cuando viene a trabajar a las regiones del norte, aunque las nevadas sean cada vez menos. Sobre los pasos de su familia y con el duro calzado del trabajo rural ha escrito uno de los libros más hermosos que he leído sobre el campo: ‘Tierra de mujeres’.

Su lectura ha sido la mejor forma de adelantar el Día Internacional de la Mujer que se celebra en pocos días. La emoción de las manifestaciones del año pasado está muy viva. Los motivos siguen intactos. Hay más, incluso.

María Sánchez es la tercera generación de veterinarios, tras su abuelo y su padre, y se pregunta por las mujeres de su familia, a las que ha tardado en reconocer. Tres capítulos están dedicados a una tatarabuela, a una abuela y a su madre. "De pequeña, siempre los admiraba a ellos. Los hombres eran la voz y el brazo de la casa. De hecho, quería ser uno de ellos". No voy a decir que nos haya pasado a todas, pero a mí también.

Es difícil creer en tus posibilidades cuando todos los escritores de tu libro de texto son hombres. Los personajes de la historia que estudias son hombres. Los que mandan en la política y en la empresa y en la cultura y aparecen en la televisión y en los periódicos son hombres. Ahora se habla en los institutos de las escritoras de la Generación del 27, aunque siguen sin estar en los libros. Se hacen charlas sobre científicas y murales con descubridoras. Hay libros sobre mujeres destacadas y más ejemplos que nunca en los que las niñas pueden mirarse.

Antes había muy pocas y se les daba muy poca voz. Así crecimos y eso no podemos olvidarlo. Ni un paso atrás quiere decir que no escuchemos nunca lo que Concha Méndez, una de esas autoras del 27, tuvo que oír un día a un amigo de su padre. El hombre le preguntaba a sus hermanos, más pequeños, qué querían ser de mayores. Ella, a la que no le preguntaba, contestó que quería ser capitán de barco. "Las chicas no son nada", dijo él.
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