25/01/2020
 Actualizado a 25/01/2020
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Pocas veces una nueva versión supera el encanto de la primera. Y aún en menos ocasiones una película capta sin deudas la esencia de la novela que la inspiró. Esto suele suceder porque cuando leemos el libro, visualizamos mentalmente nuestra propia película, por lo que el hecho de tener que aceptar otra visión distinta descoloca nuestra percepción de la historia.

‘Mujercitas’ es un clásico que algunos creían ya enterrado, a pesar de la enorme influencia que las hermanas March han ejercido en la Literatura posterior al XIX; sin embargo, la nueva adaptación cinematográfica dirigida por Greta Gerwig coincidiendo con el 150 aniversario de la publicación de la novela de Louisa May Alcott, es una película diferente. Cuando parecía imposible ofrecer otro punto de vista a una historia traducida a cincuenta lenguas y de la que se han hecho ya un sinfín de adaptaciones, la directora de ‘Lady Bird’, a la que muchos cinéfilos consideran la «Woody Allen» femenina, construye un puente franco entre el cine y la literatura, logrando que ‘Mujercitas’ pueda perfectamente ser narrada a través de técnicas más propias del siglo XXI, pero sin perder su esencia y contando cómo fuimos liberándonos poco a poco de corsés y contratos de amor traducidos en matrimonios extraños.

No es casualidad que Gerwig sea una lectora incansable de Borges e Ítalo Calvino. Esta versión fragmentada y cubista, llena de saltos en el tiempo, construida como un mosaico de recuerdos, es la mirada contemporánea de una novela en la que no sólo viven cuatro mujeres. Somos muchas más. ¿Quién no creció leyendo ‘Mujercitas’?

Greta ha creado una imaginativa adaptación, cuidada al máximo en cada detalle, llena de poesía en cada imagen y de emoción en cada plano y su obra es la suma del alma de Louisa, la historia de Jo y la suya propia. Ninguna mujer debería perdérsela, pero como es una obra de arte, ningún hombre tampoco.
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