Mujer y política

En política las mujeres siguen siendo en gran medida las 'invisibles', las del 'recambio' permanente, las número dos

Mujeres por la Igualdad
16/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Albert Rivera junto a su número dos en Ciudadanos, Inés Arrimadas.
Albert Rivera junto a su número dos en Ciudadanos, Inés Arrimadas.
Desde el periodo constitucional hemos ido en aumento en la representatividad de las mujeres en el Congreso de los Diputados, aquellas 18 mujeres de 1979 se han convertido en 166 mujeres en 2019 lo que arroja en la actualidad un 47,4% de total de representantes femeninas en dicha cámara a partir de las elecciones generales celebradas el mes pasado. Como dato numérico es significativo y destacable, ahora bien, ¿este porcentaje, que no alcanza el 50% pero se acerca mucho, hubiera sido posible sin la existencia de las famosas cuotas?, me voy a permitir contestar a la pregunta y de forma taxativa diré que no. Las cifras son contundentes, desde 1979 hasta 2011 el número de mujeres en el Congreso fue en aumento hasta llegar de 18 a 126. En 32 años el número de mujeres aumentó en 108 mientras que en el periodo comprendido entre los años 2011 y 2019 el aumento ha sido de 40 mujeres más en el hemiciclo del Congreso. La proporción sin duda nos dice mucho. No debemos olvidar que en 2007 se aprobó la que sería sin duda una de las leyes más importantes para nuestra sociedad como fue la ley de Igualdad efectiva de mujeres y hombres.

No vamos a descubrir nada a pesar de las cuotas establecidas en la ley de igualdad si decimos que en la política las mujeres siguen siendo en gran medida las “invisibles”, las del “recambio” permanente, las número dos. Están, en muchos casos, porque lo marca la ley y no hacerlo significaría no poder concurrir a las elecciones a las que se presentan los distintos partidos políticos. Resta decir que esta visión sobre la representación no es en modo alguno subjetiva, los datos están ahí y son tozudos en cuanto a cifras. En la política española ha habido un cambio sustancial desde la entrada en vigor de la Ley de Igualdad en cuanto a progresión de representación femenina en el Congreso.

Sin lugar a dudas los hombres nos siguen «comiendo la merienda» cuando se trata de decidir. Hemos dado grandes pasos en representación, eso no lo cuestiona nadie y en justicia así debe ser, puesto que si somos la mitad de la población la representación en las instituciones de gobierno debe atender a ese porcentaje como mínimo.

El hecho mencionado de la mayor representación de mujeres en el Congreso fue sin duda producto de una decisión política nacida en el seno de un gobierno con mujeres comprometidas con la Igualdad de género, mujeres que en ese momento tuvieron poder de decisión para llevar a cabo una ley que de ser aplicada en todo su cometido tendríamos mucho ganado a esta sociedad que se resiste a cambiar y madurar en lo que a justicia social para hombres y mujeres supone la aplicación de la misma.

Por lo tanto la participación de mujeres con un compromiso fuerte en materia de igualdad sigue siendo más necesaria que nunca en los espacios de poder.

Resuelto el tema numérico de representación, a las mujeres les queda una ardua labor de toma de decisión dentro de las estructuras de los partidos, imposible de llevar a cabo si no es desde la propia estructura ocupando puestos de decisión avalados por la mayoría de quien decide con su voto, en el caso de partidos asamblearios, sin olvidarnos que  la mayor parte de las veces se les tratará de impedir  el acceso a dichos puestos, a través de «artes» basadas en el menosprecio hacia las capacidades e incluso en el aspecto físico de la mujer, propio de una jerarquía  machista reflejo de la sociedad misma.

Las últimas elecciones municipales nos dejan un claro ejemplo de la necesidad de seguir cambiando las estructuras existentes en los partidos y sus órganos ejecutivos. Hemos visto en Ponferrada 11 formaciones políticas concurrir a estos comicios en los que solo tres de dichas formaciones son encabezadas por mujeres, lo que nos lleva a pensar en cómo están conformados la mayoría de los partidos en sus ejecutivas. El poder de decisión sigue siendo masculino, las directrices las siguen marcando los hombres y el reflejo es en muchos casos listas encabezadas por hombres donde se tienen que cumplir el porcentaje de mujeres en buena aplicación de la Ley de Igualdad.  El poder de las ejecutivas de los partidos sigue siendo patriarcal, sigue detentado en manos de quienes conforman el meollo del poder decisorio y cuya visión del mismo es mayoritariamente masculino, en definitiva, son ellos los que siguen «cortando el bacalao» en gran medida.

Bien es cierto que la falta de interés de las mujeres por la política en general y la política local en particular está a la vista y motivos para ello no  faltan. Por enumerar alguno pondría la falta de referentes femeninos en política local, la mala distribución del tiempo, los horarios que conlleva estar en política son inasumibles en muchos casos con la conciliación familiar, y como principal y no nombrado de manera muy común, la forma de hacer política. No debemos olvidar que en la política local interviene de manera directa la persona y no tanto las siglas del partido al que representa, aun siendo estas importantes. Si tenemos en cuenta como asistimos unas elecciones tras otras al escarnio que se produce entre rivales, a las mentiras y difamaciones, al insulto, a las vejaciones, en definitiva al juego sucio que transforma en gran medida la labor  política en una actividad sórdida y mezquina tenemos servido el desinterés y la desmotivación para hacer política por parte de las mujeres. La falta de capacidad, en base a intereses espurios, para llegar a acuerdos y consenso necesario  en la que sobra testosterona y falta diálogo es sin lugar a dudas un buen revulsivo para no formar parte del juego político. Las formas de realizar política hoy en día en este territorio no distan ni un ápice de hace décadas, donde las malas artes y la falta de respeto eran modos de entender la vida política. La sociedad cambia pero vemos que los políticos no lo hacen en la misma medida, de ahí la necesidad de otra forma de hacer política. Una mirada feminista les aportaría buena dosis de capacidad, sin duda.

Si hablamos del escaso interés de las mujeres a participar en política vemos como esa actitud se agranda todavía más en el medio rural. La infrarrepresentación de mujeres en la vida pública de nuestros pueblos es patente y notoria. Es necesaria una labor de concienciación en el ámbito rural a través de  medidas que incrementen la participación de las mujeres creando foros destinados a fomentarla.

Es necesario entrar en el ruedo político como mujeres comprometidas en un cambio de estructuras, en una transformación  de modos y maneras tan importantes en la noble actividad política, en la puesta en marcha de políticas que caminen hacia una igualdad real en beneficio de toda la ciudadanía, medidas transversales en todas las aéreas de decisión desde una mirada transversal de género. 

Las mujeres no pueden  estar en política para cumplir con el porcentaje que la ley marca, necesitamos mujeres cuyo compromiso vaya más allá del mero «yo soy mujer y estoy en política», mujer en la política si, pero mujeres con capacidad de decisión y transformación. Con la mirada puesta en el cambio de una nueva forma de gestión de los asuntos públicos  y dejar fuera definitivamente de nuestra sociedad las viejas formas de hacerla.

En nuestro municipio en el mandato 2015-2019 asistimos a la investidura de la primera mujer alcaldesa en Ponferrada de la que tenemos noticia. Es un claro ejemplo de lo que no necesitamos. Si tuviéramos que enumerar alguna medida puesta en marcha por dicha alcaldesa desde una visión de género no recordaríamos ninguna destacable más allá de declaraciones banales. La primera y  más palpable medida en detrimento de esa visión de género tan necesaria en nuestro municipio fue nombrar concejal responsable del área de igualdad a quien concurrió en estas últimas elecciones con una lista encabezada por tres hombres. Sin duda este detalle nos dice mucho del compromiso con la igualdad del «ínclito» concejal.

Todo ejemplo es válido si sirve para mejorar y habremos de decir alto y claro que necesitamos mujeres y hombres comprometidos con la igualdad efectiva en nuestras instituciones municipales y comarcales, amén de las demás administraciones superiores.

La sociedad ponferradina necesita mujeres en política  y política en mujeres Las mujeres necesitan empuje y el convencimiento de que pueden transformar la sociedad. Sabemos que la política es una de las más potentes herramientas para hacerlo. Ahora, que ya se ha hecho camino a pesar de lo mucho que falta, nuestra sociedad reclama mujeres con compromiso real y para ello es necesario llevar a cabo políticas que favorezcan la participación de mujeres en espacios de decisión, creando medidas de empoderamiento de las mujeres.

El movimiento feminista ha llegado a nuestras calles, cada vez son más las personas jóvenes que se manifiestan abiertamente a favor de esté pensamiento y se declaran abiertamente feministas. Nuestra sociedad está cambiando y quienes ostentan el poder no pueden permanecer al margen de esta filosofía cuyos principios se basan en la igualdad de hombres y mujeres, igualdad que en derecho existe pero no así de hecho. Trabajar por la consecución de ese principio debería ser prioritario para aquellas personas que ocupan cargos de responsabilidad en los gobiernos. La política necesita mujeres y como no, hombres comprometidas con estos postulados en favor de la igualdad efectiva. La sociedad reclama cambios y quienes nos gobiernan deben  tener la valentía de afrontarlos.
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