Muere a los 75 años Antonio Verduras, gran impulsor de la lucha leonesa

Por David Rubio

David Rubio
21/03/2022
 Actualizado a 21/03/2022
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Hay esquelas que ves venir, días de mierda que se anuncian en el horizonte, obituarios que no quieres escribir pero sabes que se acercan y que, por mucho que escuezan, no te va a quedar más remedio que juntar las letras, más si se las lleva quien, precisamente, te llamaba Juntaletras con una de esas sonrisas que había que saber interpretar, una sonrisa tan leve que a cualquier desconocido le podría parecer un enfado, el ceño fruncido, la mirada torba, y que en realidad no encerraba más que sorna y una cierta dosis de ternura, una sonrisa que sólo sabíamos diferenciar los que tuvimos la suerte de conocer a Antonio Verduras.

Llegué a la redacción de la vieja Crónica y, antes de empezar el Máster en Crónicas de Lucha Leonesa, dije que el presidente de la Federación se llamaba Miguel Verduras, que lo de Antonio debía de ser una errata porque en Vegas del Condado todo el mundo le llamaba Miguel, que le conocía desde que era pequeño porque había ido a clase con mi madre y luego fue maestro como ella, que conocía también a toda su familia, que tenía un hermano que se llamaba Pablo y otro que se llamaba Luisje y otro que se llamaba Chema, y que sus hijas eran Mónica y Mayra y su mujer Paz y que, a fin de cuentas, nadie me podía decir a mí que Antonio era Miguel. «Ya veo que eres casi tan necio como él. ¿No seréis del mismo pueblo?», me preguntó Fulgencio Fernández, que sin saberlo era el único profesor de aquel máster que nunca existió como tal pero en el que aprendí durante cuatro veranos todo lo que sé de periodismo, que si no resulta demasiado es sólo por mi culpa.

Empecé a escribir las crónicas de lucha leonesa y empecé a ganarme mis primeros enemigos, que en esta profesión dicen que es algo que va con el sueldo aunque el sueldo, en comparación, nunca es tanto. Alguno me increpaba por los corros pero detrás tenía siempre a Verduras: «Dejad al de mi pueblo tranquilo». Lo decía aunque me increpase alguna de sus personas de confianza y aunque aquel día las críticas se las hubiese llevado él mismo. «¡Sois la mafia de Vegas!», gritaban algunos de esos personajes que gastan más energías en poner trabas que en sumar esfuerzos, miserables y figurones de los que sólo quieren bien salir en las fotos o bien ocultarse en el anonimato de las redes o de las pintadas, directos responsables de que la lucha leonesa no haya despegado como merece pese a lo que trabajó para ello Verduras. Los soportó estoicamente, sin decir una palabra, y siguió luchando por la lucha.

Transformó este deporte a pesar de la cantidad de inventores que tiene y de los oportunistas que lo han parasitado, y lo hizo trabajando en la sombra, sin grandes alardes, resolviendo entuertos de esos en los que parecía que se acababa otra vez el mundo, cumpliendo con los suyos y dando un puñetazo en la mesa de los poderosos cuando tocaba. De su mano la lucha leonesa dio un salto considerable para llegar a un nivel que hoy no ha conseguido superar, pese al presupuesto con el que cuenta y a su evidente politización en forma de federaciones propias y ajenas.

Luego, cuando le llegó la jubilación, no supo estarse quieto y se volcó con los deportes autóctonos. Te podía coger el teléfono mientras supervisaba una competición de herradura en Segovia por la mañana y por la tarde organizando una partida de bolos en Ciñera.

En todas partes, en los colegios donde dio clase, en la lucha, en los deportes autóctonos y hasta en la política que también ejerció con esa singular diplomacia suya (histórico socialista de esta provincia), Verduras terminó convertido en un personaje entrañable, querido y respetado por todos, Verdu, garantía de confianza, de trabajar para que se luzcan los demás, de honradez y de firmeza. Un paisano, con todo lo que eso encierra. También fue un ejemplo en la enfermedad. Fue un orgullo que me llamaran mafioso si era por ser de su pueblo.

Este lunes vi en su esquela que se llamaba Antonio Miguel Verduras. Prefería quedarme con la duda y seguir siendo tan necio como decía Ful, aunque sólo fuera por parecerme en algo a él.

El funeral de Antonio Verduras Ferreras se celebra este martes 22 de marzo a las 18 horas en la iglesia parroquial de Vegas del Condado. La capilla velatoria está instalada en la sala 3 del Tanatorio de León (avenida Peregrinos, 14).
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