Mucho arte por amor al arte

Hay muchos símbolos de esta tierra que siempre quedan bien –«como dedicarle un libro a tu madre», dice el gran Víctor S. Vélez–, que siempre lucen aquellos espacios en los que los colocas, en aquellos actos que necesitas deslumbrar... ya sea en las visitas a los leoneses que se tuvieron que ir y matan las nostalgias en esas embajadas que son las casas de León; en Fitur, Intur y todas las ferias que se te vengan a la cabeza –excepto Arco, que va de otra cosa–; en las celebraciones de viejas cortes y otras costumbres no superadas por el tiempo...

Siempre reinan en las fotos posteriores a cualquiera de estas citas las imágenes de nuestros pendones bailando al viento muy cerca de los «cielos azules y los soles de la infancia»; siempre llaman la atención los cuidados y laboriosos tejidos de esos trajes que identifican con hilo de oro las claves de cada una de las comarcas... la lucha leonesa permanece a la espera de que alguien caiga en la cuenta de que encierra las mismas claves pero vive en ella el misterio de un recalcitrante olvido.

Lo que nadie piensa, seguramente, es en el arte por amor al arte de estas mujeres que se han hecho sus trajes, que han regalado su tiempo, que permanecen en la sombra, que jamas bailan para ellas... sino para nosotros.