Ignacio Fernández 04 08 23

Mucha menos universidad

28/07/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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El tamaño de las universidades públicas no sólo se ha reducido por la caída de la matrícula y sus circunstancias, tal y como vimos en la anterior entrega, sino que otros habitantes de los campus también han adelgazado de forma más que notable hasta situar a la institución al borde de la anorexia.

Desde 2012, las amputaciones de todo tipo se han llevado por delante casi 8.000 empleos en el ámbito universitario, según se recoge en el Boletín Estadístico del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas difundido recientemente por el Ministerio de Hacienda. El dato supone una reducción del 5’1% del profesorado y del 4’9% del personal de administración y servicios.

Dos detalles sobresalen especialmente en ese conjunto menguante. Por un lado, que entre los primeros el descenso es notable por lo que se refiere al colectivo funcionario y no tanto al que se somete a contratación laboral; es decir, que estamos ante otra expresión de la creciente moda de lo temporal y de lo parcial en el mundo del trabajo. Por otro, que la merma del segundo colectivo hace que la universidad española se sitúe muy por debajo de las medias europeas, puesto que por cada miembro del personal de administración y servicios hay 1’8 del personal docente e investigador, mientras que en otros sistemas públicos la relación se aproxima a la unidad.

Y todo esto permanece tal cual mientras se continua mareando la perdiz electoral en materia de servicios públicos, convertidos ya por el Ministro Montoro en pura propaganda. Se trata, dice, de devolver el esfuerzo que los empleados públicos han hecho en estos años, como si estuviésemos ante una actitud voluntaria por su parte. Porque aquí no se devuelve nada a nadie, nada vuelve en verdad a su estado inicial ni se recuperan sin más las condiciones de partida, al margen del desgaste sufrido así por los individuos como por las instituciones. En el caso que nos ocupa, el de la universidad pública, su dieta no se corrige ni con moscosos ni con dádivas clientelares.
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