Motivos para resistir

09/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Llegan los días fríos de esta tierra, quiero decir que son fríos de verdad no tontunas de hombres del tiempo con calefacción central, y no hay manera de vaciar las calles.

Siempre habrá niños que desafían a los consejos de la madre de abrigarse «y nada más quese quite el sol venís para casa». Aguantarán con una manta el peor de los temporales y aunque en sus caras está escrita otra historia retrasarán el momento de levantarse del banco hasta el último minuto que se han ganado de calle, ya sea al sol o a la intemperie, la conversación no espera.

Siempre habrá adolescentes románticos tratando de cerrar un trato de primeros amores en cualquier banco del parque, en cualquier muro del atrio de la iglesia, en cualquier rincón al que le cuesta trabajo entrar a la luz del alumbrado público. Hablan de nada esperando a que no le suelte la mano que le coge en un descuido, no se enterarán que el frío aprieta hasta que se separan y al llegar a casa y acercarse a la chimenea asegurarán convencidos que no hacía frío.

Y ellos no lo tenían.

Lo que hay que tener son razones para soportar el frío y así éste será incapaz de vaciar las calles, pase lo que pase.

Como argumentaba un viejo minero: «¿Te parece poco motivo para salir de casa saber que está el bar abierto?». Más que suficiente.
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