12/11/2020
 Actualizado a 12/11/2020
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Estoy de la lluvia hasta los cojones. Sí, sé que tiene que llover para que la naturaleza pueda subsistir, (y con ella, nosotros), pero, vete tú a saber si es por culpa de las bombas atómicas, de la cantidad desorbitada de coches que circulan por las carreteras o porque el hombre es el animal más estúpido de la creación, el caso es que aquí, en León, llueve a lo tonto, como si estuviéramos en Valencia en plena gota fría o en la selva de Vietnam en el monzón. Nos hemos olvidado de la suave lluvia que caía con la cadencia de un ballet clásico, monótono y tranquilo y que no causaba daños colaterales, como cuando murió Carlos ahogado en una presa que, normalmente, trae un hilo de agua y que aquel día fatídico se parecía bastante al Amazonas.

No, no me quejo por quejarme, deporte nacional de los españoles que vivimos en esta época tumultuosa y desaborida. Me quejo porque los que tenemos la cabeza de aquella manera soportamos mal la lluvia y la oscuridad y nos acordamos, con tristeza infinita, de los días en que Lorenzo se hace dueño y señor de los cielos, aunque no caliente, aunque haga un frío de mil demonios: lo importante es que luzca. En esos momentos, uno es feliz, porque ve las cosas con nitidez y sin rabia; cuando llueve, cuando la luz está ausente, yo me encojo, me deprimo y no doy pie con bola, como en estos momentos que estoy escribiendo y que, estoy seguro, no pongo más que bobadas. Si acompañamos este cóctel con la puta pandemia, con el desastre económico que tenemos encima y con las elecciones americanas, date por jodido: soy carne de majaril.

Hablando de los yanquis... Anda la progresía entusiasmada con la derrota de Trump y no deberían, o por lo menos, no tanto. Es cierto que es ilógico que un esparaván sea el Comandante en Jefe de la primera potencia mundial. Y el pollo lo es, y mucho. Pero el recién derrotado, por ejemplo, no ha provocado ninguna guerra en su mandato. Los Demócratas, esos paladines de la libertad y peleles de Wall Street, sí. En los años noventa, antes de ayer históricamente hablando, el Presidente Clinton impuso a la OTAN el bombardeo de Serbia, llevado a cabo por nuestro ‘carnicerito de Belgrado’, don Javier Solana, militante y ministro del Psoe, y, entonces, Secretario General de la organización. Después, el Presidente Obama, incrementó las acciones bélicas en Irak y en Afganistán de una manera exponencial. A ese mismo señor, le entró la paranoia de culpar a los rusos de todos los males, volviéndoles a dibujar con rabo y con cuernos. «Rusia es culpable», fue una frase que dijo, en 1941, el cuñado del Caudillo, el señor Serrano Súñer, falangista y ministro de asuntos exteriores. Obama la tomó prestada y la hizo suya. Hasta tal punto llega la estupidez y la desinformación que un juez español, hace unos días, llegó a afirmar que Rusia había ofrecido diez mil soldados al Gobierno catalán para luchar por la independencia de esa región. La contestación de la embajada rusa fue genial: no fueron diez mil, sino cien mil soldados los ofrecidos y tenían que haber sido trasportados en aviones ‘Moscas’, ‘Chatos’ y ‘Katiuskas’, que fueron los modelos que vendió Stalin al gobierno de la República para hacer frente a los ‘Fiat’ y los ‘Stukas’ de Franco. El Presidente electo de los americanos, el señor Biden, fue Vicepresidente con Obama y compartió con él todas las acciones militares que efectuó en sus años de ‘Emperador’. Tengo mucho miedo a que en la Presidencia de Biden todo vuelva a la ‘normalidad’ y que el jinete de ‘la guerra’ se una a los otros que tenemos desencadenados en el mundo: la peste, (porque el Covid es como la peste), el hambre y la muerte. Lógicamente, es lo único que me importa de la nueva administración americana. Qué el país esté dividido, que no se puedan ni ver entre ellos, me la suda. Bastante tenemos que sufrir los españoles con esas lacras como para preocuparnos de las ajenas.

El asunto es que todos los gobiernos que logran el poder dividiendo a sus sociedades, a sus países, son nocivos. Trump lo hizo, como lo hizo el de Brasil, como el israelita y el inglés. El divide y vencerás parece que es su único argumento. Aquí nos pasará lo mismo: Vox y Podemos lo intentan con ahínco y a eso reducen toda su estrategia política; es el «cuanto peor, mejor» que han aprovechado todas las revoluciones que en el mundo han sido y serán. Lo malo es que sus vecinos ideológicos pueden acercarse a ellos y a su manera de hacer por el prurito de ser más puritanos que ellos. De todas las maneras, no os preocupéis. Aquí no pasará nada. Somos unos acojonados y no nos atreveremos nunca a prepararla como Dios manda. Para ser coherentes, se tendría que tirar de violencia sin freno. Y nos da miedo..., y somos muy cómodos. Sólo sabemos quejarnos. Salud y anarquía.
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