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Mordisco en el bolso

11/09/2022
 Actualizado a 11/09/2022
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Me voy a granjear enemigos como nunca con estas líneas pero es mi deber cívico lanzar una maldición contra todos los hombres que usan bolsos en bandolera: ¡ojalá un roedor malcarado anide en vuestros bolsorrios!

A la derecha o a la izquierda de la talega, las bandoleras traperas sobresalen siempre, aunque a veces parezca imposible por el perfil estomacal imponente. Van caminando los muy desastres de sus portadores y las van golpeando con las manos, o les bailan sobre las panzas. Ni siquiera tienen la inteligencia de ponérselas hacia atrás para que no les molesten. No hay un bolso decente, purrela de polipiel la mayoría o de piel que imita a polipiel, o naylonque no imita a nada pero que más le valdría no prestarse a esas manufacturas. Habría que ir por detrás con unas buenas tijerotas y cortarles la cinta de colgar. ¡Ras! (Yo debería llevar a mano mi podadera Victorinox para este fin, pero tampoco quiero mancharme las manos)

Suelen proliferar con el buen tiempo estos bolsos vomitivos, cuando muchos hombres visten pantalones cortos, algunos tan deportivos que no llevan bolsillos. Que hay alternativa, que hay esperanza me lo ha demostrado un amigo este año. Ha decidido ponerse bermudas con bolsillos y si estos son muy abiertos usar un mosquetón para agarrar las llaves y lo que sea de más valor. Ingeniero es, a los problemas, soluciones. ¡Qué cambio! parece un paisano de nuevo, no un mequetrefe.

Pero es que no es una cuestión de qué bermuda lleves. Porque acaba el verano y sigue habiendo troncos que llevan esos bolsotes. Con buen tiempo los coordinan con un pantalón pirata, con un chanclote gordo con extra de suela, con zapatainas como trolebuses. En invierno con prendas innobles. Y todo para meter móvil, cartera, tabaco, llaves, porque no se necesita más. No llevan encima precisamente la edición de Seix Barral de 1969 en cuatro tomos de ‘El hombre sin atributos’ de Musil. Que no. Como mucho un porrón de llaves, en plan nostálgicos del rentismo.

Casi ningún bolso veo adecuado para los hombres (o para casi ningún hombre), sean riñoneras esqueléticas, el cinturón aquel de cuero que me traje de Marruecos o las bolsas de tela color crudo. Pero lo peor son las bandoleras. Y el colmo llega cuando sus usuarios meten la mano para coger algo y tienen que mirar dentro porque al toque no son capaces de identificar lo que necesitan. A ver si alguna vez rata en los pequeñitos o nutria en los grandotes se encuentran y les muerden la mano. O al menos un dedo. Por ratoneros.
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