25/06/2021
 Actualizado a 25/06/2021
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Tendemos siempre a estar representados como país en los grandes escenarios, ya sean deportivos, culturales o de cualquier otro tipo por nuestros compatriotas más destacados, impolutos, sin un solo error, el yerno que toda madre quisiera tener. Es por eso que me gusta mucho cuando alguien muy expuesto se identifica con cada uno de nosotros porque no es perfecto, porque no le salen las cosas bien e incluso cuando quiere reivindicarse sabiendo que lo ha hecho mal, vuelve a cagarla sin remedio. Es por eso que me estoy haciendo mucho de Morata.

No sé si han visto un vídeo en las redes sociales en el que en el momento exacto en el que sale del campo, la selección española le hace uno de sus goles a Eslovaquia. Pura magia. Como cuando estás en un buffet esperando a que saquen el postre bueno, te cansas de esperar y justo cuando te sientas desfila el cocinero con dos bandejas. Cada uno en lo suyo.

Morata ejemplifica lo mejor de los españoles, la capacidad de tropezar más de dos veces en la misma piedra, pero estar dispuestos a hacerlo una vez más sin ningún tipo de miramiento. ¿Que fallo tres goles claros? Pues dame a mí ese penalti, que también lo voy a fallar. Tiene que ser complicado que, como dice el gran Ballester, don Propia Puerta lleve más goles que tú, siendo él un ‘outsider’ con sueldo normalito al que hay que reconocerle que aparece cuando menos se le espera, no como don Detalles, que siempre decide los partidos más igualados.

En el fútbol y en la vida siempre ha y que estar preparado para que las cosas salgan mal, porque precisamente eso es lo habitual. Por el momento todo el guion de la película de Morata está saliendo para que termine marcando el gol de la Eurocopa a lo Iniesta. Porque a veces también ganamos.
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