19/01/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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A lo mejor algunos de los millennials más jóvenes no lo saben, pero los de mi generación crecimos intentando emular a Michael Jackson y su ‘moonwalk’. Todavía no he conocido a nadie que lo haya conseguido, pero no por eso somos una generación fracasada. O, al menos, no más que otras, pues con la crisis hubo un reparto de cromos parecido para todas. Pero no hay que perder la perspectiva: nuestros padres no lo tuvieron fácil. Los abuelos, aun menos.

La dificultad que tiene el moonwalk es que los pies hacen un movimiento de avance pero, en realidad, se va hacia atrás. Es una paradoja a la que algunos están tratando de darle la vuelta y aseguran que, retrocediendo, se avanza. La reconquista, dicen, es el futuro. El matrimonio entre personas del mismo sexo ya no es tal, sino un contrato con derecho a roce o algo así. Y las mujeres se están subiendo a la parra, ojito.

Patrás, patrás, patrás. Puro moonwalk.

Esta semana he conocido a uno de los hermanos del león rampante leonés: el jienense. Me invitó la Universidad de Jaén, que es tan joven que acaba de cumplir veinticinco años y todavía no ha comprado la primera crema antiarrugas. En el Palacio de Villardompardo había una exposición que me gustó: ‘Días de viejo color. Vestigios de una Andalucía pop’. En ella se veían muchos pasos que han llevado al país hacia adelante: el teatro independiente a partir de los setenta, subversivo y crítico; la irreverencia del rock andaluz; el compromiso de Manifiesto Canción del Sur; y los nuevos caminos del cine, como el documental de Ventura Pons sobre el pintor y activista homosexual sevillano José Pérez Ocaña.

Precisamente en Sevilla, sólo un día antes, el líder de Vox en la Comunidad, Francisco Serrano, no había sabido responder cuántas mujeres están en Andalucía bajo la vigilancia de las fuerzas de seguridad para evitar agresiones de sus ex parejas. La respuesta es 15.000.

El único paso hacia atrás que me ha parecido lógico esta semana es el de Ascensión Ramón, que ha bajado la trapa de su bar, el único en Bárcena de la Abadía. Ascensión tiene 104 años, bien merece que le pongan los cafés a ella.
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