Monstruos

15/10/2016
 Actualizado a 02/09/2017
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Se nos ha echado el otoño encima. Así, sin previo aviso. He pasado de las sandalias a las botas en menos de 24 horas. Pero los días de lluvia tienen su parte buena. Chocolate con churros, castañas por la calle, cafés que se alargan por el miedo a salir fuera, tardes de cine y de películas con sofá y manta. Hace poco ha sido una de esas ocasiones y me fui a ver la última de Bayona, ‘Un monstruo viene a verme’. Aún sigo con ella en la cabeza. Es de esas pelis que se te atragantan. Que necesitas días, con sus respectivas horas, para digerirla, asumirla y dejar de nuevo que te invada. ‘Un monstruo viene a verme’ es una película bonita. Parece un adjetivo simple, pero es así, bonita. Y triste, tremendamente triste, que te sacude y te hace reflexionar acerca de lo más difícil a lo que nos podemos enfrentar: a nosotros mismos. A nuestros miedos y a nuestra verdad. Esa que escondemos debajo de la cama o en el armario. A nuestros monstruos. Pero Bayona sabe de manera magistral, a través de la imaginación y la inocencia de un niño, abrir esa ventana por donde se cuelan nuestras peores pesadillas pero a la vez entra un halo de luz que nos hace enfrentarnos a ellas. Conor, el niño protagonista, se refugia en su imaginación para sobrellevar las horribles circunstancias que le han tocado vivir: una madre con cáncer, un padre que se va a vivir a otra ciudad para formar una nueva familia y un abusón que le hace la vida imposible en el colegio. Por eso crea un monstruo que cobra vida e intenta ayudarle contándole cuatro historias. Como en ‘Cuento de Navidad’ de Dickens cuando le visitaban los fantasmas de las navidades pasadas, el monstruo le pide a Conor que él le cuente la última historia. La historia de la verdad. Su verdad. O la mía, o la vuestra si vais a verla. Verdad que además habréis estado negando y os costará unas cuantas lágrimas. En León el otoño casi invierno es demasiado frío y largo, así que cuando tengáis la oportunidad, no dudéis en ir a verla. Es cierto que es dura, pero también es absolutamente necesaria. Cada uno la interpretaréis a vuestra manera, porque a cada cuál le vendrán a la mente ciertas situaciones o momentos que sólo él sabe por qué. Y eso para mí es la diferencia entre una película y una buena película. Aquella que hace que te metas dentro y que te remueve las vísceras. Ya sabéis, todos al cine.
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