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Monarquía y pueblo

08/03/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Hace unos días se produjo cierta polémica por una conferencia de Carlos Estepa, reconocido medievalista, en la que ponía en duda la participación del pueblo en la Curia Regia de 1188. Esa convocatoria en torno al Rey de León es la que ha dado pie a la declaración de la Unesco como Cuna del Parlamentarismo. La cuestión tiene muchas derivadas, algunas de ellas muy apasionadas entre los defensores de la cuna del parlamentarismo y los defensores de la libertad de cátedra.

Personalmente quiero reivindicar el desapasionamiento en este tema. Creo que todo lo medieval tiene un componente especulativo –le pese a quien le pese– porque está muy alejado en el tiempo y no tenemos información suficiente. Eso deja a los que se pegan por la cuna en una posición débil y a los que reivindican el método científico –imposible en general en el estudio histórico– y la libertad de cátedra no menos debilitados. Ni la historia es un dogma de fe ni los historiadores tienen patente de corso para establecer sus proclamas como verdaderas.

Es indudable que todos los indicios (porque eso son) apuntan a que en el Reino de León el pueblo tuvo mucha más importancia ante el rey que en otros lugares. El Fuero de 1017 reconoce derechos asombrosos para los ciudadanos en la época. Los Decreta emanados de la Curia de 1188 vuelven a hacerlo. Pero es que las Cabezadas que celebramos cada año desde 1158 son un debate entre el pueblo y los representantes del Palacio Real de León, hoy San Isidoro, sobre si una determinada ofrenda lo es o si es un tributo. Por añadidura es que el debate de las Cantaderas, que se celebra en la Catedral desde hace siglos, contiene un debate similar con el Cabildo de la Catedral, que representa históricamente al obispo, un poder temporal, además de espiritual, en el León medieval.

Un conjunto de hechos históricos como estos no tiene réplica en otros territorios y son absolutamente indiciarios de que en León la relación entre los representantes del pueblo y el rey son tempranos. Más allá de eso Estepa puede especular sobre el texto de los Decreta y su origen, pero debiera hacerlo también con el resto de fuentes originales que nos refieren al actual Reino Unido como inicio del parlamentarismo por pura comparativa. No conozco un estudio crítico al respecto del Señor Estepa, aunque puede que exista. Porque si no existiese estaríamos ante un error metodológico de principiante.

En todo caso es significativo que los historiadores en los que se apoyó la Unesco para la declaración de ‘cuna del parlamentarismo’ fuesen del ámbito anglosajón, como Kean o Karge. Yo me pregunto por qué.
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