Molineros, los que tumbaban tíos como cargaban sacos

La profesión que más grandes luchadores ha dado, y sagas, ha sido la de molineros, a los que se dice que favorecía su trabajo

Fulgencio Fernández
11/05/2020
 Actualizado a 11/05/2020
Los molineros de Carbajosa Emiliano y Elías junto a Tino El Mutilado y El Zazo de Barrio de Nuestra Señora en Canarias.
Los molineros de Carbajosa Emiliano y Elías junto a Tino El Mutilado y El Zazo de Barrio de Nuestra Señora en Canarias.
Siempre que en un corro de lucha un molinero sacaba a su rival por los aires dándole una caída no faltaba un espectador que apostillara la escena con el mismo comentario: «Lo tira como a los sacos en el molino». Mantienen los aficionados la tesis —y no parece muy descabellada a la vista de los movimientos que realizan— de que cargar sacos de harina a un carro exige movimientos muy parecidos a los de sacar una cadrilada... Y lo que nadie duda es que era un oficio para el que se requería fuerza. 

Tal vez así se entiende que en la historia de la lucha leonesa se recuerden grandes nombres de molineros y también sagas que permanecen en la memoria de los aficionados. Vamos con algunas de ellas, tal vez las de más relevancia.

Florencio Díaz, El Molinero de Garrafe, fue uno de los primeros mitos de la lucha y padre de siete luchadores Un nombre por el que sería inevitable comenzar es por Florencio Díaz Villafañe, El Molinero de Garrafe, quien no solo dominó las primeras décadas del siglo XX sino que sembró la provincia de parientes luchadores como no lo hizo ningún otro molinero. Curiosamente había nacido en Palazuelo de Boñar, en 1890, pero al asentarse en el molino de la localidad del Torío todo el mundo le daba esa ‘nacionalidad’. Comenzó a destacar y ganar corros ya en 1910, y su hermana Pilar, gran defensora de su legado, siempre decía que «no había quien le pusiera de espaldas». No le faltaba razón, fue una leyenda de la que decían que «cogía un saco de cien kilos y lo levantaba por las ataduras como quien coge un vaso de vino».

Luchó hasta los años treinta, de hecho fue Campeón Provincial en 1933, ya con más de cuarenta años y muy próximo a su fallecimiento, en 1939.

Florenciole dio además a la lucha siete hijos molineros... y luchadores. Gerardo, Mariano, Máximo, Adolfo, Florencio, Antonio y Emiliano se asentaron en molinos de media provincia, uno de ellos el conocido Molino de La Roma, a las puertas de León. «En nuestra casa se comía y todos a la lucha, los hombres a luchar y las mujeres a animar», recordaban.

La gran saga de molineros fue la de los Álvarez de Carbajosa: Emiliano, Elías, Cástor, Luis y Patricio  Y, además de los hijos, otros miembros de la familia, sus sobrinos Senén y Juan, Los Molineros de Villaverde de Arcayos, también fueron destacados luchadores y de gran afición, a nada que llegaras por su molino sacaban el cinto. Completa la extensa red otro Díaz, Máximo, El molinero de Santa Mar del Río, y también luchó su hijo Melquiades.

Seguramente la gran saga de la lucha, porque luchó en los años gloriosos de este deporte, fue la de Los Molineros de Carbajosa, cinco hermanos de gran calidad: Emiliano, Elías, Cástor, Luis y Patricio; descendientes, sobrinos, de otro molinero recordado: Mariano Álvarez, el molinero de Barrio de Nuestra Señora, al que apodaban El Gitano o El Soilitario por su afición a andar solo por los caminos. También fue de los que perdió la vida en la guerra.

La identificación de los hermanos de Carbajosa era tal que no se hablaba de uno de ellos sino «del molinero», fuera quien fuera, lo que daba lugar a anécdotas como la que relataba el simpático Cástor un año que se hacían entrevistas a viejos luchadores y muchos decían como un día importante aquel en el que «tiré a los de Carbajosa»; cuando realmente sólo había derrotado a uno. Llegaba Cástor y me decía: «Hoy sale otro que nos tumbó, ¿tú tienes documentación de que nosotros hayamos tirado a alguien? Porque eso nadie lo dice».

Molineros y buenos luchadores fueron los De la Red, de la Vega de Almanza, Avelino y Emilio, sobre todo Sí tiraron, a muchos, pues fueron verdaderas leyendas. Creo que era Emiliano el que contaba cuando fueron a luchar a Canarias y al ver a uno de aquellos puntales de cerca de 150 kilos le dijo a su hermano: «Creo que no necesitamos billete de vuelta, nos manda este volando». Y, sin embargo, tumbaron a aquel puntal. Lo cuenta David Rubio en un precioso cuento de su libro ‘El aplauso de los chopos’.

Lo que los cinco recordaban es que cuando estaban en el molino nada más que se descuidaba su padres ya estaban agarrados al cinto. Tenían una enorme afición que siguieron cultivando después acudiendo a numerosos corros como aficionados, era una verdadera gozada poder sentarse a su lado.

El último ‘gran molinero’   y luchador es Flavio de la Puente, del Valle de Mansilla y «el de la tele» Otra saga muy interesante fue la de los molineros De la Red, de La Vega de Almanza, sobre todo Avelino y Emilio, a los que habría que añadir a César de la Red, molinero en Castromudarra. La saga siguió en el tiempo y en los años 90 lucharon descendientes suyos con buenos resultados, especialmente Jesús y Mario. De esta saga de luchadores es el famoso futbolista Rubén de la Red, que tuvo que dejar el deporte de alta competición por un problema cardiaco cuando ya jugaba en el Real Madrid.

Hubo otros molineros sueltos, como el de La Mata de la Riva, que era recordado por ser uno de los primeros luchadores en pasar de 100 kilos. Hasta hace pocos años los luchadores de pesados competían con alrededor de 90 kilos. Pero los dos últimos grandes molineros individuales fueron Manuel García, de Villaobispo, y Flavio de la Puente, de Valle de Mansilla. Excelentes luchadores. El primero fue alcalde Villaquilambre, y ahora lo es su hijo, y Flavio también es muy recordado por su paso por un famoso programa de TVE, El hombre más fuerte de España,y quedó segundo, después de partir a la mitad la guía de Madrid como quien dobla un palillo.
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