Molinero, luchador y alcalde, triplete de lujo para un paisano

Fallece a los 85 años en Villaobispo el que fuera campeón provincial conocido como ‘Manolo El Molinero’, también fue alcalde varios años

Fulgencio Fernández
30/10/2022
 Actualizado a 30/10/2022
Manuel García ‘El Molinero’ el pasado mes de julio, en el homenaje que le hicieron en el corro a su gran amigo Felipe León, con sombrero. | JESÚS F. SALVADORES
Manuel García ‘El Molinero’ el pasado mes de julio, en el homenaje que le hicieron en el corro a su gran amigo Felipe León, con sombrero. | JESÚS F. SALVADORES
Va a ser complicado llegar a un corro de lucha y que no ande por allí Manolo ‘El Molinero’. Era un clásico de casi todos y se le echará en falta porque si fue buen luchador, que lo fue, fue aún mejor espectador, sobre todo desde que se jubiló. Hizo de la lucha su principal hobby y, tal vez, recuperaba así tantos corros a los que no pudo asistir como luchador porque nadie le puede negar que fue un enorme trabajador y muchas veces «primero era el molino y después el corro».

Fue, asimismo, un muy buen luchador. Si elegimos el baremo más utilizado en sus años en activo habría que decir que además de numerosos corros fue campeón provincial, que no estaba al alcance de cualquiera en aquella edad de oro de la lucha. Ganó la hebilla de plata en 1963, en medios. Siempre recordaba Manolo este título pues derrotó en la final a un excelente luchador de su pueblo malogrado en un accidente de tráfico, Pepín de Celis, hermano del gran Cayo. Señalar que los campeones de aquellos años —para ver el nivel— eran los Laurentino Crespo, Cayo de Celis, Nano Urdiales, Felipe León, Frumencio Álvarez...

Destacaba Manolo por sus terrible fuerza, «puños de molinero» se les llamaba por ser habituales en el oficio. De hecho Manolo cuando ‘presumía’ —entiéndase, era un tipo muy moderado y discreto— de su fuerza no lo hacía como luchador, sino como molinero y cómo sacó adelante la empresa. «Yo mamé el molino, había sido molinero mi padre y mi abuelo y crecí entre sacos, subiéndolos al carro primero o a los caminones». Y cuando comenzaba a recordar los camiones de harina que cargó y descargó, las horas que se pasaba en el molino, los días que durmió allí... entendías cómo se pasa de un molino a Harinas García. «Milagros no hay», solía decir.

De todas sus facetas de lo que más presumía es de cómo trabajo en el molino y montó una gran empresa Si hay un oficio popular y al que siempre se acudía en aquellas fechas es el de molinero. Si le sumas la fama de luchador y la de trabajador se entiende fácil que con la llegada de la Democracia llamaran a su puerta los partidos. Y así fue primero alcalde (1979, primero de la democracia en Villaquilambre) como independiente en las listas del PSOE logrando mayoría absoluta, repitió como alcalde en 1987, ahora con Alianza Popular. Jamás eludía este asunto: «Si te digo la verdad yo no era de nadie, venían a verme y escuchaba a todos, yo solo era de Villaquilambre, la gente me conocía y sabía quién era y por eso me votaban». Y le tocó vivir, recordaba, una época apasionante que, como buen molinero, resumía en ‘camiones de harina’: «Quiero decir, que entré al Ayuntamiento con 5.000 habitantes y lo dejé en cerca de 20.000. Ése es mi orgullo, yo no vendo humo». Y muchas veces contaba que le avisaban de algún problema y aparcaba el camión cerca del Ayuntamiento y subía a hablar con quien fuera, «que a la gente hay que escucharla y resolverle los problemas, no hay más misterio».

Ya era difícil llegar a un corro y que no estuvieran Manolo y Felipe León —por la enfermedad del segundo—, ya no eran iguales los corros sin escuchar su visión. Pero que no esté ninguno... Qué paradoja cuando en verano Manolo decía en el homenaje a Felipe que le «partía el corazón ver a Felipe tan vulnerable, con el castillo que fue». No se imaginaba el ataque a traición que le llevaría a él, en su casa, como fue su voluntad.

Manolo García
estaba viudo y era padre de cinco hijos, uno de ellos el actual alcalde de Villaquilambre, que se lleva su nombre y el peso de su memoria, la de un paisano que fue luchador y alcalde, pero presumía de trabajador.
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