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Misterios cabreireses

06/08/2021
 Actualizado a 06/08/2021
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Cuando era niña mi padre traía a casa unos libritos-revista llamados Tierras de León, que editaba la Diputación. Como yo tenía tanta curiosidad por cualquier papel escrito, los hojeaba con fruición. Había artículos interesantísimos en torno a la etnografía leonesa. Sobre todo, me fascinaba lo que publicaba la gran estudiosa Concha Casado sobre la Cabrera. Quizá porque, viviendo en La Bañeza, la Cabrera era –y es– mi zona natural de inmersión en lo salvaje. Una zona a la que íbamos con mi padre a menudo y cada excursión era un misterio. Veía esas casas rústicas con teitos de cuelmo y dinteles con símbolos grabados, y siempre la cumbre inhóspita del Teleno y los mastines sueltos por las callejas y los corrales y cuadras y ruinas y capillas primitivas y los meandros del Eria con su esplendor frío y esos lagos y lagunas a los que se llegaba por trochas salpicadas de mariposas y saltamontes, y un corzo aquí y una perdiz levantando el vuelo bajo, y tomillo y romero, la explosión lila del brezo, una tierra antigua, tan primitiva, aquellos artículos de Concha Casado sobre las aldeas cabreiresas, con el plano de las viviendas y las explicaciones de la vida cotidiana, aquí dormían los seres humanos, aquí las bestias, aquí el horno, me quedé tan fascinada que hasta hice un trabajo del instituto sobre las casas en la Cabrera y los demás chavales me miraban como si estuviera loca, ¡las casas de la Cabrera, a quién le puede interesar!, yo no entendía esa actitud, pero si son espectaculares y las tenemos al lado, pensaba.

Creo que esa actitud de desprecio hacia lo nuestro ha cambiado desde entonces, que ahora hemos aprendido a valorar todo ese patrimonio histórico, antropológico y etnográfico que poseemos. Lo compruebo en el remozado Museo de los Pueblos Leoneses de Mansilla de las Mulas. Ahí están las casas de la Cabrera, pero también las de la Somoza y la Maragatería, las de la montaña y el páramo y la ribera y esos carros y esos aperos de labranza que parecen instrumentos mágicos de un mundo paralelo, quizá una antigua civilización extinguida. En el Museo apenas hay otros visitantes y me apena porque es un sitio espectacular. Veo que aún nos queda mucho para aprender a valorar esa riqueza. Y eso incluye luchar por defenderla, y aquí quiero recordaros que mañana sábado hay una andaina reivindicativa a través del canal romano C4 –sale a las 9.00 desde Saceda– contra la instalación de los macroproyectos eólicos en la Cabrera que destruirán el paisaje y despoblarán más si cabe esa zona de riquísimas tradiciones. Si Concha Casado levantara la cabeza...
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