Imagen Juan María García Campal

Mis nombres para Aylan

09/09/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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La foto de Aylan ha golpeado las retinas y conciencias del mundo. Nos ha sacudido, nos ha agitado, nos ha metido una sobredosis de realidad y hasta los más reticentes han reaccionado, al menos en un primer momento. Claro, Aylan era niño y estaba muerto. Los vivos no impresionan tanto, es más, pueden intranquilizarnos, llegar incluso a hacernos temer, a causarnos miedo. Pero tranquilos, de este impacto también nos recuperaremos. Ya lo hemos hecho más veces. Pronto, esa imagen, hoy viral, que nos ha conmovido a la conciencia del mundo próximo, real, cuyos habitantes se mueren en nuestras orillas, esa imagen que nos ha movido a la solidaridad, no siempre sólida, con esas miles de personas que huyen de la guerra o tan sólo buscan una vida mejor, acaso sólo seguir vivos; esa imagen viral, digo, debidamente tratada e interpretada –ya un diputado hijo de la Gran Bretaña, llamado Peter Bucklitsch, dijo que Aylan «murió porque sus padres fueron codiciosos con la vida europea»– bien sustituida por otras imágenes más recientes de los refugiados a los que hoy, tan tristemente, representa, será ya vacuna que nos inmunice nuevamente –la conciencia y sus humanas virtudes son cosas que, cual gripe, hay que inmunizar periódicamente– contra tanta sensiblería hacia el otro. Tiempo al tiempo y ojalá esté yo errando en mi apreciación.

Ojalá yerre, insisto, pero mucho temo acertar. Ahora todo parece ir a mejor. Parece que en Macedonia ya no se gasea a los refugiados; que Hungría, al menos hasta el próximo día quince, les permitirán transitar en los trenes con destino a Austria y ya no se les intentará engañar para conducirlos a un centro de acogida (¡No camp!); que Alemania seguirá acogiendo a miles de ellos y que, aquí, en España la comisión interministerial creada al efecto –ya se habrá reunido cuando ustedes lean esto– habrá aumentado el contingente de refugiados sirios a acoger con respecto a años anteriores (100 en 2014, más 30 pendientes del programa de2012). Y así la Europa toda urgida por la gravedad de la situación, por el aldabonazo que representó Aylan y por que la sociedad así lo reclamó y reclama abriendo brazos y monederos antes que los Estados que también financia.

Después –Macedonia y Hungría ya han comenzado– vendrá, dioses mediando, el tratamiento tóxico: las anécdotas, los rumores, las generalizaciones: el miedo. Por eso yo no lo nombro Aylan, sino Lara o Pablo o Enol o Alex o Carmen o… para tener más motivos y sangre para resistir la reacción de la vacuna.
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