26/04/2021
 Actualizado a 26/04/2021
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¿Mirar atrás? Depende. A veces puede ser tan necesario como mirar alrededor, como mirar arriba. Mirar atrás, para ver si el pasado nos persigue. Juan Marsé, en su ya clásica novela ‘El embrujo de Shanghai’ premio de la crítica de 1993, habla de sujetos que lucharon en la guerra civil y andan huidos y uno dice: «llevo ya muchos años mirando a mis espaldas… y estoy convencido de que no es bueno».

Porque los recuerdos, diversos y distintos; siguen, acompañan, claman, gimen, cansan, estorban o acarician, cantan o lloran, aburren o entretienen, pero nunca olvidan. Y es porque forman parte sustancial de nuestras vidas. Como el cabello, o la nariz; como la rigidez de rostro, o la sonrisa; como el carácter o la maestría; son nosotros mismos. Y en el caso de un pasado muy feliz o muy terrible, destruyen de golpe y te convierten en esbirro. Y sin embargo, se necesitan. «Este humilde servidor, en cambio, si no mirara hacia atrás a menudo, no podría seguir adelante» le responde el individuo. Y Marsé termina: «Si alguna vez habéis amado un horizonte, sabréis de qué os hablo».

Si alguna vez habéis amado vuestra patria, y veis que va quedando atrás y se desangra lentamente(5.000 habitantes menos al año); si habéis amado una historia, unos paisajes y unos monumentos, que parecen maravillas; si alguna vez tenéis la suerte de tener a quién contar cómo eran de largos y sedosos los cabellos de la amada, o cómo de melodiosas sonaban las canciones de la infancia, o cuán dulces sabían aquellos frutos del huerto del Paraíso, entonces, mirar atrás os producirá una dulce sensación de alivio.

Veréis esa joya única, nuestra catedral gótica, (que el cronista una vez apodó como ‘El sueño de la luz’ que después copiaron muchos), en la que se acaba de fijar el experto César García Álvarez, para descubrirnos en su libro ‘El laberinto del alma’ algunos de sus secretos más íntimos y desconocidos. Y por él sabemos que en sus 111 ‘enjutas’ se pueden admirar, en relieve, 38 dragones, junto con imágenes obscenas, ángeles y animales, constituyen un conjunto “único en el mundo” dentro del arte gótico, que convierten a nuestra seo en un ejemplar exclusivo. Imágenes que representan la violencia, la idolatría, la sodomía, vicios que el obispo Martín Fernández quería erradicar de su propio cabildo.

También podríais ver, orillas del río Porma, las ruinas del Priorato de Santa María de Valdediós, en la Vega de Boñar que han sido puestas en la lista roja del Patrimonio, para rescatarlas de las zarazas y el olvido. Mirar atrás si alguna vez habéis amado un horizonte.
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