22/05/2021
 Actualizado a 22/05/2021
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Mira Luna. Dicen que veinte años no es nada, pero tú has conseguido que los tuyos lo sean todo para él. Ese emigrante, venido del país del Dakar, donde el noventa por ciento de los habitantes practican la religión de la media luna. Pero el muchacho ébano, contigo no tuvo media, que se encontró con una entera, plenilunio derramado en abrazo de resurrección.

Sabemos que eres cooperante de Cruz Roja. Ahí estabas enfundada en tu chaleco rojo, fundida con él en abrazo reparador.

Te escuchamos en las declaraciones a Televisión Española: «El chico estaba desesperado pensando que se moría, recién llegado, llorando desconsoladamente y abrazándome. Solo gemía, desolado, y el hecho de abrazarme era como su salvavidas para él. Al principio estaba abrazado a su amigo, que no reaccionaba, la mirada perdida, el pulso muy débil. Comenzó además a darse golpes con piedras en la cabeza porque estaba viendo que les estaban devolviendo a todos. Le di agua. Me dijeron que me lo llevara yo porque conmigo estaba más tranquilo y seguro. No lograba entenderle muy bien. Me hablaba en francés y por lo que entendía ha perdido a más gente por el camino. Me mostraba varios dedos como para decirme todos los amigos que había perdido. Para mí es lo que todo el mundo tendría que hacer. No hacer pasillos con porras, echarles de nuevo, sino escucharles, consolarles, darles comida, mantas y todo lo que necesiten. Son personas que están huyendo de sus países por algo, no por gusto. Nunca me voy a olvidar de su mirada. Tenía los ojos rojos, llenos de desesperación y la mirada perdida, de necesitar a alguien que le ayude».

Mira Luna, quiero darte las gracias, porque contigo la utopía no suena a batir de alas de mariposa perdida, a ínfula de iluso optimismo. No te importen las críticas de esos lunáticos, esa vana palabrería de los que se ocultan tras las redes lanzando órdagos que apelan a un nacionalismo descarnado. La humanidad no entiende de ideologías ni de banderas. Bien entendiste que la piel del corazón no conoce fronteras.

Mira Luna, quiero decirte, con la canción, que cuando te vayas, el mar, las mareas, ya no hay quien las pueda parar. Porque como bien dice Warsan Shire, poetisa somalí cuya piel sombreada emula a la de tu desamparado amigo, «nadie abandona su hogar a menos que el hogar sea la boca de un tiburón, solo corres hacia la frontera cuando ves a toda la ciudad corriendo también» . El poema prosigue, desgarrado: «nadie abandona el hogar hasta que el hogar es una voz sudorosa en tu oído diciendo ve, corre lejos de mí ahora, no sé en qué me he convertido, pero sé que cualquier lugar es más seguro que aquí».

Tu desencajado amigo al menos encontró, durante unos instantes, una luna llena reina, plena y segura en la que acunar su pena. Luna Reyes Segura. Que así te llamas.
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