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‘Ministérido’

31/03/2016
 Actualizado a 09/09/2019
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Soy muy ‘ministérido’. ‘El Ministerio del Tiempo’ me parece una serie extraordinaria desde el primer capítulo, con una imaginación, una creatividad y un sentido del humor de los que ya no se ven en la televisiones, mucho más preocupadas en dar carnaza (de todo tipo), que en ninguna otra cosa.

Sin embargo, en vez de mantener nuestro pasado, nuestra historia con sus luces y sus sombras,procuraría cambiarlo, corregir los errores que hemos cometido, como nación y como cultura, a lo largo de los siglos. No penséis que estoy en contra de lo español. Somos el país más generoso del mundo (existen pruebas como la de los donantes de órganos, por ejemplo), el más desinteresado, uno de los más creativos, (desde la pléyade de pintores a la de juntaletras)... ¿Qué, entonces, hicimos tan mal para que se nos atribuyese la ‘leyenda negra’ que hasta hoy llega? Hemos puesto seguramente demasiada pasión en lo de la política y en lo de la religión. Ciorán, un filósofo absolutamente influyente en la segunda mitad del siglo XX, dijo una vez que «si Dios fuese cíclope, España sería su ojo». No es, creo yo, cierto. Los polacos o los irlandeses pueden, perfectamente, usurparnos ese honor, pero es lo de menos. Aquí es cierto que todo se tiñe con muchas dosis de politiqueo y muchas más de éxtasis religioso; aquí la religión fue siempre un arma política: servía como nexo de unión (tal vez el único), entre todos los pueblos de ‘las Españas’. Por poner un ejemplo esclarecedor, la Santa Inquisición mató a mucha menos gente en España que en Alemania o en Inglaterra, o en Francia. Pero esta verdad no ha servido de nada.

Si uno fuese el subsecretario del Ministerio del Tiempo, cambiaría, sin dudarlo un montón de cosas de nuestra historia; desde nuestra sumisión sin concesiones a los romanos (fuimos la provincia que, una vez conquistada, menos guerra dio al imperio), hasta el hecho más trascendental de nuestra historia reciente: la guerra incivil. Enviaría un comando para cepillarse a Franco, a Largo, a Negrín, a Mola... Seguramente serviría de muy poco: finalmente otros ocuparían su lugar y harían las mismas estupideces que nos llevaron a matarnos entre nosotros.

Los del sur, griegos, italianos o españoles, disfrutamos más, somos más valientes y arrojados matándonos entre nosotros que peleando con los invasores extranjeros. Es lo de la calor, que nos hace impetuosos en el corto plazo, obviando lo que ocurrirá mañana.

También ‘suprimiría’ a un montón de ‘intelectuales y artistas’ que han medrado con un mínimo talento, pero que, sin embargo, hicieron como nadie eso de chupar la polla al poder o a los críticos apesebrados por el poder. Nunca se podrá calibrar el daño que hicieron, y hacen, al común de los mortales que tragan, ayudados por los indispensables medios de comunicación, todas las tonterías que salen de su boca y de su pluma. Y lo de pluma si va con segundas.

Al final, siendo subsecretario del Ministerio del Tiempo, intentaría conseguir una cosa muy simple: que los poderosos y los que manejan las intrigas de los poderosos, desapareciesen del mapa. No hacen más que estorbar. Salud y anarquía.
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