11/02/2016
 Actualizado a 12/09/2019
Guardar
El ayuntamiento de Madrid ha estado a punto de quitar el nombre de muchas calles. Una de ellas se llama ‘calle Miguel Mihura’ y la excusa es que el punto en cuestión era un fascista. No sé si lo fue o no, pero, desde luego, sique fue el ‘inventor’ del teatro de la posguerra y de ‘La Codorniz’, la revista más audaz para el lector más inteligente. Uno tiene mucho cariño a Mihura. Hace mil lunas, más o menos, en Vegas nos dio por representar obras de teatro por las fiestas de Santiago. Empezamos con ‘El Principito’, en versión libre; lo intentamos con ‘El Fernando’, una absoluta apostasía, (y no sólo religiosa; hoy, ni siquiera los titiriteros del barrio de Tetuán de las Victorias, se atreverían a representarla), que nos salió mal, y decidimos seguir con ‘Tres sombreros de copa’ y ‘Ninette y un señor de Murcia’, obras ambas de Mihura. Las dos fueron un éxito arrollador de crítica y público. Todavía recuerdo a Raquel, que hacía de puta, y a Candi Laso, que interpretaba a un general, andando por el escenario con un diálogo delirante.Uno no tiene claro que el tipo más perseguido por la censura franquista en los años 50 y 60 del pasado siglo fuera un fascista; y si tengo claro que no mató a nadie.

De haber seguido adelante con la idea, otra sería la calle de Manuel Machado. Si tengo claro que era, al menos, tan buen escritor como su hermano Antonio. Pero uno tuvo el buen gusto de dedicar una poesía a Líster y el otro el pésimo de dedicársela a Franco. Tanto Franco como Líster eran dos malas personas. Y, además, eran unos asesinos. Pero Líster ha pasado a la historia como ‘luchador por la libertad’, y Franco ya sabemos todos porqué ha pasado a la historia. Seguramente Manuel Machado fuese mucho más de izquierdas que su hermano Antonio. Y más bohemio, y mucho más anarquista, en sus escritos y en su forma de vivir. Pero el comienzo de la guerra le pilló en Burgos y, ¡ay amigo!, estaba la cosa como para decir ni pío. Quiero decir que Manuel Machado, pecado muy humano, por otra parte, intentó sobrevivir. Seguramente fue un cobarde, como miles y miles de hombres que cometieron el pecado de vivir donde no debían e intentar salir de la mejor manera posible del desastre.

La pena es que dos increíbles escritores como Mihura y Machado, por mor de no se sabe muy bien que patina de pureza ideológica, estás olvidados en los libros de texto que nuestros hijos tienen que padecer. No se les perdona estar en un lugar que no era el suyo. Otro tanto se puede decir de Jardiel, otro puto genio, de Foxá, prototipo del Marqués de Bradomín, ‘feo, católico, sentimental y gordo’, o de Luis Rosales, el último amigo que le quedaba a Federico García Lorca antes de que fuese ‘paseado’. Me imagino a Rosales cuando se enteró de la muerte del autor de ‘Bodas de Sangre’. Seguramente no volvió a dormir como dios manda el resto de su vida; seguramente el odio que le produjo el asesinato de su amigo nunca lo pudo perdonar. Pero tienen la puta idea de querer quitar su nombre a las calles... Hay muchos más grandes escritores maltratados por nuestra censura de aquella ápoca: de los gallegos, (cien o más y casi todos expléndidos), nos quieren prohibir a Wenceslao Fernández Flórez y a Alvaro Cunqueiro; los dos están muy mal visto porque solo nos fijamos en lo que pensaban (tampoco nada raro, la verdad, porque nunca se significaron demasiado con el régimen: lo soportaban), y casi obviamos lo más importante: lo bien que escribían. Es lo que da el campo y esta mierda de país.

Salud y anarquía.
Lo más leído