Miguel Jiménez y Ángel García: "León es un buen laboratorio porque tiene el tamaño justo"

La Fundación Cello León inicia sus actividades con un curso y un festival de verano que contará con la presencia de alumnos y profesores llegados de tres continentes

Joaquín Revuelta
30/06/2017
 Actualizado a 10/09/2019
Miguel Jiménez y Ángel García, presidente y vicepresidente de la Fundación Cello León, el pasado martes en la sala Pendón de Baeza de San Isidoro. | MAURICIO PEÑA
Miguel Jiménez y Ángel García, presidente y vicepresidente de la Fundación Cello León, el pasado martes en la sala Pendón de Baeza de San Isidoro. | MAURICIO PEÑA
Ambición y claridad de objetivos son los pilares en los que se asienta la recién creada Fundación Cello León que el pasado martes dio a conocer las dos primeras actividades con las que se presenta públicamente y que son un curso de verano que reunirá a más de 70 alumnos provenientes de toda la geografía nacional y de países como Alemania, EEUU, Brasil o Corea del Sur, cuyo desarrollo tendrá lugar del 9 al 14 de julio en el Colegio Carmelitas de la calle Cardenal Landázuri, donde también se encuentra ubicada la Fundación Eutherpe, y paralelamente a este curso de verano, que ya ha agotado sus plazas, un festival que tendrá como sede la sala Pendón de Baeza de la Colegiata de San Isidoro consistente en seis conciertos cuyas entradas están a la venta en el Museo de San Isidoro al precio de 6 y 10 euros, incluyendo en este último caso una visita guiada al museo.

Precisamente la sala Pendón de Baeza sirvió de escenario este martes a la presentación de ambos eventos que corrió a cargo de la directora técnica del Museo de San Isidoro, Raquel Jaén, y del presidente y vicepresidente de la Fundación Cello León, Miguel Jiménez Peláez y Ángel García Jermann, respectivamente, músicos de profesión, pues el primero es violonchelo solista de la Orquesta Nacional de España y el segundo ha sido durante muchos años solista de la Orquesta de Radiotelevisión Española y actualmente desarrolla su labor docente como catedrático de violonchelo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Sobre los objetivos de la Fundación Cello León su presidente señala que «la idea no es solo dedicarnos a la enseñanza o promoción de un instrumento como el violonchelo sino intentar en alguna medida que León se convierta en un foco de interés para la música, y en concreto para el chelo, centrándonos en principio en la formación y difusión a través del curso y el festival de verano, de las clases magistrales a lo largo del curso escolar y el programa de iniciación musical, tanto para niños como para adultos. Es un proyecto multifacético cuyo objeto es la formación y la difusión del violonchelo en León para poco a poco ir extrapolándolo y convertir esta ciudad en foco de atención del instrumento».

Miguel Jiménez confiesa que desde hace años le une una gran amistad tanto con Ángel García como con el leonés Pelayo Tahoces, que ha tenido mucho que ver en que la fundación tenga a León como sede. «Hemos intentado aglutinar, hacer una confluencia de intereses, coordinarnos, organizarnos y colaborar conjuntamente para que haya conexión entre iniciativas de diferentes procedencias, de modo que se pueda hacer un proyecto serio», destaca el presidente de la Fundación Cello León.Sobre el hecho de ubicarla en la capital leonesa, su vicepresidente Ángel García sostiene que fue José Ángel Hermida, actual presidente de la Fundación España Duero y con el que se entrevistaron hace tres semanas, el que les indicó que León es un buen laboratorio porque es el tamaño justo. «Yo intenté llevar una iniciativa similar en Madrid, pero una ciudad de cuatro millones de habitantes es demasiado grande. No logras conocer las puertas a las que hay que llamar y, como decía Hermida, León es suficientemente grande para ser ciudad y suficientemente pequeño para conocer a todo el mundo. Ahí es donde entra nuestro hombre, Pelayo Tahoces, que es un relaciones públicas nato y la idea es lanzar este proyecto en León con el fin de crear vínculos enseguida con iniciativas similares que existen en Portugal y Alemania y una más en Francia con la que también estamos en contacto. Se trata de crear todo un eje europeo con el que haya intercambio de profesorado y de alumnos. No se trata de centrifugar nuestra idea en León, ni siquiera en España, sino abrirnos a Europa».Miguel Jiménez y Ángel García están convencidos de que la formación de alumnos de chelo en el seno de la nueva fundación no tiene porqué entrar en conflicto con la actividad que desarrolla el Conservatorio de Música. «Es una cuestión de convivencia y complementariedad. La iniciación primera, en el caso del Conservatorio, se tiene que haber cumplido ocho años para acceder a ella y lo que se propone aquí es que desde los 4 años ya se da una educación primera de iniciación y de búsqueda de quien tiene el interés y luego las cualidades para formarse en el instrumento», destaca García, para quien en realidad «es un sistema muy piramidal porque cuanta más amplia sea la base mejor», un concepto que en su opinión está plenamente asumido por el deporte a través de las escuelas de alto rendimiento o el ejemplo de La Masía en el caso del F.C. Barcelona. «No se trata de crear solo grandes profesionales, sino de formar personas que desarrollen un gran amor por la música y por supuesto por el chelo».Los máximos dirigentes de la Fundación Cello León se muestran muy esperanzados por la respuesta que la iniciativa está teniendo en León. «Las setenta plazas para el curso de verano se agotaron en cuestión de dos semanas. En el caso de los profesores invitados internacionales, al haber más alumnos que plazas, hubo que colgar en Youtube un vídeo de 10 minutos de los solicitantes y han sido los propios profesores de EEUU, Corea y Alemania los que han hecho la selección en un número de diez por cada uno de ellos», destaca el vicepresidente.

A nivel de recursos económicos, la Fundación Cello León cuenta con el capital fundacional y el concurso de varias empresas que han contribuido a la puesta en marcha del proyecto. De cara al próximo curso académico las perspectivas no pueden ser mejores, en opinión de Jiménez y García, pues ya cuentan con un centenar de alumnos tanto para la formación inicial como para lo que se podría denominar como Grado Medio. «Parece que hay interés por lo menos. Pero una cosa es la iniciación y otra el desarrollo, porque la educación musical, como todas, es a largo plazo. Siembras con niños de 4 o 5 años y tal vez recoges frutos cuando tienen 18 o 20 años», reconoce Ángel García, que entre los proyectos que se están barajando destacan concursos infantiles y un concurso internacional de cara ya al año 2020.

El hecho de la existencia en León de una joven orquesta, la JOL, les parece altamente interesante porque el propósito de la Fundación Cello León «es colaborar con todos los proyectos que ya están en marcha», sostiene García. «Decíamos antes que es una iniciativa inclusiva y no exclusiva, en el sentido de que aceptamos todo tipo de colaboraciones. De hecho, esto surge a partir de una colaboración entre un grupo de violonchelistas. Cuanto mayor sea la base de la pirámide habrá más gente que llegue a la salida del embudo», concluye Miguel Jiménez.
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