Miguel Fernández Llamazares: "Empieza a haber un público nuevo"

El músico y gestor cultural hace una lectura muy positiva de la 34º edición del Festival de Música Española, destacando el reencuentro entre intérpretes y público

Joaquín Revuelta
19/10/2021
 Actualizado a 19/10/2021
Un momento del concierto de Neopercusión, una de las apuestas más innovadoras del festival. | JUAN LUIS GARCÍA
Un momento del concierto de Neopercusión, una de las apuestas más innovadoras del festival. | JUAN LUIS GARCÍA
El concierto aplazado el pasado viernes 24 de septiembre del Dúo Palisandro formado por el guitarrista francés Bertrand Piétu y la pianista leonesa Julia Franco cerraba el pasado viernes en el Auditorio Ángel Barja del Conservatorio de Música de León la 34º edición del Festival de Música Española, que acogió nueve conciertos –cuatro de ellos en el Auditorio Ciudad de León– y dos proyecciones cinematográficas que se desarrollaron en las dependencias del Instituto Confucio por encontrarse el Teatro El Albéitar por aquellas fechas todavía en obras. Miguel Fernández Llamazares, violinista de la Orquesta Ibérica –formación residente del festival que se encargó de inaugurar esta 34º edición el pasado 13 de septiembre con un programa integrado por obras de Rosa García Ascot y Julio Aller, entre otros autores– y director del Festival de Música Española se muestra muy satisfecho por la respuesta que ha tenido tanto el público asistente como los intérpretes. «Estamos muy contentos porque el público ha acudido en mayor número que antes de la pandemia y además hemos percibido las ganas que había de reencontrarse con la música interpretada en directo. Afortunadamente las restricciones de aforo eran menores y hemos tenido bastante público tanto en los conciertos del Auditorio Ciudad de León como en los celebrados en el Auditorio Ángel Barja, lo que nos llena de optimismo, sobre todo tratándose de septiembre, que siempre ha sido un mes incierto para este tipo de convocatorias», sostiene Fernández Llamazares, para quien lo más relevante del caso es que empieza a haber público nuevo. «Hemos notado un aumento en la presencia de profesorado del Conservatorio, pero también de público nuevo que se va abriendo a esta música, que para muchos es desconocida y se sorprenden por la calidad de las composiciones y los intérpretes. También hay que tener en cuenta que ya no existe temporada clásica en el Auditorio de León y para nosotros es un lujo poder contar con un elenco de artistas de este nivel».

Preguntado si esa ausencia de conciertos de música clásica a lo largo del año es beneficiosa o perjudicial para los intereses del Festival de Música Española, su director tiene claro una mayor presencia de música clásica en la capital siempre es positivo. «Por nosotros ojalá que la Oscyl pudiera venir en más ocasiones o que la Orquesta Ibérica, que cumple veinte años, pudiera ofrecer un mayor número de conciertos en el Auditorio y que nos dejaran ensayar con mayor frecuencia en él», insiste el también violinista de una formación de cámara como Los Músicos de Bremen, que está convencido que desde el Festival de Música Española están contribuyendo a que todo esto se recupere. «Lo ideal es que hubiera más conciertos a lo largo del año además de los ofrecidos por el propio festival o por asociaciones como Eutherpe, CelloLeón o Juventudes Musicales», reconoce Fernández Llamazares, que aprovechando la celebración del veinte aniversario de la Orquesta residente del Festival quiere subrayar la recuperación de compositoras como Rosa García Ascot y la presencia de autores leoneses como Julio Aller, que en la presente edición estrenaba ‘Sueños irreales para orquesta’, sin olvidar otras presencias habituales del certamen como Barja o García Laborda. «Esto es interesante porque tenemos grandes talentos, algunos están fuera y vienen encantados para participar en los ciclos que organizamos». También los intérpretes han recibido esta ‘nueva normalidad’ con entusiasmo y ganas de poder de nuevo desplazarse a otras ciudades para participar en conciertos. En este sentido la Orquesta Ibérica se vio reforzada en su versión sinfónica por músicos procedentes de otras provincias en el concierto inaugural de la 34º edición y todos ellos acudieron prestos y deseosos de interpretar un programa de calidad como el ofrecido en el Auditorio Ciudad de León en septiembre.Después de 34 ediciones, el Festival de Música Española es un evento plenamente consolidado y de enorme prestigio dentro del circuito de festivales, si bien la estabilidad económica siempre ha sido un caballo de batalla, como reconoce su director. «Este año hemos tenido un impulso por parte del Ayuntamiento de León que ha sido muy importante, aunque esa estabilidad no está del todo resuelta por parte de la Junta que empezó a implicarse más el año pasado. La estabilidad económica es fundamental para poder organizar un festival en condiciones. No dejamos de ser una asociación cultural sin ánimo de lucro y tenemos los medios que tenemos. Para nosotros también es fundamental disponer del Auditorio para los ensayos y no solo para los conciertos y principalmente seguir dando a conocer la gran cantidad de compositores y de compositoras que tenemos, porque es una deuda histórica contraída con las mujeres sobre todo, pero también con la música actual y con la recuperación del patrimonio», argumenta Fernández Llamazares, que en este sentido quiere reivindicar la música de Ángel Barja a través de una serie de partituras de los años ochenta y noventa del siglo pasado que apenas han sido interpretadas. «Hay ciertas músicas que no se escuchan nunca», se lamenta el director del Festival de Música Española, siendo este uno de sus objetivos prioritarios, «seguir dando a conocer todo ese patrimonio».Este cronista ha echado en falta en la edición de este año un homenaje al compositor Antón García Abril, fallecido el pasado mes de marzo, que podría hacerse extensible de cara a la próxima edición al músico bilbaíno Luis de Pablo, fallecido este mismo mes. «Todo eso ya lo estamos preparando para el año que viene en forma de sentido homenaje a los grandes maestros de la Generación del 51, entre los que también se encuentra Cristóbal Halffter. El problema es que son muchos los compositores a los que hay que tener presente y muy pocos los conciertos que disponemos en el marco del festival», reconoce su director, que también quiere destacar el Curso de Extensión Universitaria que en colaboración con la Universidad de León se ha desarrollado entre febrero y junio y que es la manera de seguir visibilizando el festival en su parte teórica.

Otro objetivo que se ha marcado el festival es incorporar a instrumentistas que aporten nuevos sonidos que vayan más allá de las habituales formaciones sinfónicas o de cámara. «Siempre procuramos incorporar este tipo de formaciones, como este año ha sido el caso del quinteto de viento y metal Spanish Brass, que llevan 30 años tocando y que participaron en un concierto celebrado en el Palacio de los Guzmanes, o Neopercusión, que están apostando por la búsqueda de nuevas sonoridades».
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