Miguel del Arco: "El teatro no puede cambiar el mundo, pero sí alguna mirada"

Pavón Teatro Kamikaze pone en escena este miércoles en el Auditorio Ciudad deLeón y el jueves en el Teatro Bergidum de Ponferrada la obra ‘Jauría’, con texto de Jordi Casanovas a partir de las transcripciones del juicio a La Manada

Emilio L. Castellanos
05/02/2020
 Actualizado a 05/02/2020
‘Jauría’, sobre el juicio a La Manada, se ha convertido en uno de los fenómenos teatrales de la temporada. | VANESSA RABADEBR
‘Jauría’, sobre el juicio a La Manada, se ha convertido en uno de los fenómenos teatrales de la temporada. | VANESSA RABADEBR
El teatro pone sobre el escenario cuestiones que nos preocupan a todos y acerca de las que nos estamos preguntando una y otra vez, lo que nos permite dar vueltas al tema y seguir reflexionando al respecto». Miguel del Arco, uno de los artífices de la reputada compañía teatral El Pavón Teatro Kamikaze y referente indiscutible del actual teatro español, tiene claro que el medio teatral ha de despertar en el espectador suficientes motivos para la reflexión, razón por la que decidió elaborar una dramaturgia, a partir de un texto de Jordi Casanovas nacido de la transcripción del juicio realizado a La Manada (algo que ya había hecho en ‘Ruz/Bárcenas’) y bautizado como ‘Jauría’, que aprisionara el execrable encuentro de los cinco condenados por violación con su víctima en un portal de Pamplona durante las fiestas de San Fermín de 2016. Al referirse a ‘Jauría’, uno de los últimos grandes fenómenos teatrales de los últimos meses que hoy llega al Auditorio ‘Ciudad de León’ (21:00 horas; entradas a 14 euros) y mañana al Teatro Bergidum de Ponferrada (20:30 horas; entradas a 15 y 12 euros), Del Arco usa la expresión ficción documental. «No contiene ni una sola palabra de ficción. Todo, absolutamente todo, lo que se escucha durante la representación procede de las actas del juicio. Hemos sido muy cuidadosos en este aspecto y no hemos inventado ni añadido una sola palabra que no estuviera en ellas. La puesta en escena, no obstante, se sitúa a medio camino entre el juicio y la evocación de lo que sucedió, lo que Lorca llamaba el traje poético. Era absolutamente necesario encontrar un traje poético para vestir al texto. Era preciso buscar una fórmula para que el espectador se sintiera subyugado y aceptara la invitación para meterse en este pozo oscuro y esta reside en ese traje poético que, por muy horrible que sea lo que se le cuenta, invita al espectador a no apartar la vista del escenario».

La producción como director teatral de Miguel del Arco, que ha alternado tal oficio con el de autor, adaptador y actor e incluso ha llegado a abrazar el lenguaje cinematográfico (suyo es el largometraje ‘Las furias’), se nutre de éxitos como ‘La función por hacer’, ‘Veraneantes’, ‘Juicio a una zorra’, ‘La violación de Lucrecia’ o ‘De ratones y hombres’, por citar algunos títulos de su dilatada trayectoria. Todos ellos mantienen un vínculo que, a la postre, acaba deviniendo en indiscutible seña de identidad del teatrero madrileño: el cuidadísimo trabajo actoral. ‘Jauría’, no podía ser menos, también obliga a su elenco a una exigente y disciplinada tarea a través de la cual se desata un proceso de desnudez emocional. Álex García, Ignacio Mateos, Raúl Prieto, Martiño Rivas y, sobre todo, María Hervás en el papel de la víctima se han sometido a un intensísimo proceso creativo que el propio Del Arco califica como «cañero». «Lo ha sido para todos, para ellos y para todo el equipo. Los actores han necesitado dominar al detalle una obra como esta, lo que les permite también desprenderse de ese traje en cuanto acaba la función. Es importante saber transitar una función tan bestia como esta, a la que te aproximas en primera persona, para que luego no te deje tocado. Con los actores he tenido los dos picos: los momentos de risa floja, incontenible, nerviosa…, que nos ha obligado a cortar el ensayo, y también otros donde ellos acababan llorando, concernidos absolutamente con lo que estaba sucediendo». Del Arco siempre ha concebido el teatro como un empeño grupal y así lo ha vuelto a ratificar durante ‘Jauría’. «No puedo entender el teatro de otra manera que no sea desde la contribución de todo el mundo. El teatro es un arte colectivo y por eso es necesario que el equipo se apropie del proyecto. Me encanta comprobar cómo el equipo técnico, al igual que los actores, siente esta obra como suya. Es una función que trasciende lo meramente artístico. Sabemos que el teatro no puede cambiar el mundo, pero sí alguna mirada».Durante el trabajo de composición de ‘Jauría’ y la organización del equipo, Del Arco fue plenamente consciente de que necesitaba más miradas «femeninas y feministas». Así, incorporó como ayudante de dirección a Xus de la Cruz y solicitó el asesoramiento de la periodista Isabel Valdés y la abogada Lucía López para paliar algunos de esos vacíos. Y, de esta manera y con su ayuda, se estrechó un proceso «que resultó enriquecedor en muchos sentidos y con el que se nos cayeron muchas fichas a los chicos».Cuando se estrenó ‘Jauría’ sólo se conocía la primera sentencia, la de la Audiencia Provincial de Navarra. Posteriormente, los Tribunales Superior de Navarra y Supremo dictaron sus respectivos fallos, lo que propició cambios y transformaciones en una propuesta que acaba reflexionando sobre las contradicciones del ser humano. «Es un ejemplo de cómo la realidad ha condicionado a la propia obra. No se trata de una función equidistante porque siempre hemos estado con la víctima desde el primer instante pero también hemos procurado entenderlos a ellos. Entender no es justificar. Nuestro punto de partida a la hora de abordar la obra fue preguntarnos cuánto había de Manada en cada uno de nosotros. Creo que ese era el diálogo idóneo. No estamos hablando de un violador psicópata sino de un caldo de cultivo completamente diferente: la permisividad, la cultura de la violación… Rita Segato lo dice claramente: cómo convertir lo que hasta ahora era una costumbre en un delito. Y la reflexión va por ahí: cómo sintiéndome un hombre feminista y progresista, no puedo dejar de pensar que me he educado en una sociedad machista y hay muchos mecanismos que tengo automatizados». Juan Mayorga confesó a Miguel del Arco que esta era una obra sobre el lenguaje porque se han construido los personajes, sobre todo el de la víctima, a partir de sus declaraciones. El director rehuyó la posibilidad de conocer a aquella si hubiera existido esa opción. «A partir de las declaraciones, hemos incorporado la realidad escénica, la realidad de ‘Jauría’ como función de teatro. Es una ficción dramática que echa mano de un hecho real y a partir de esa realidad configura un mundo propio».

«La empatía es una de las principales herramientas del teatro. Al llegar a una sala te sientas en una butaca junto a otras personas y compartes algo en comunidad. Lo que se ve en el escenario produce un efecto y una reacción diferentes en cada espectador, que se siente con el mandato de entender lo que sucede allí». Y esa es, sin duda alguna, una de las armas que usa ‘Jauría’, muestra evidente de lo que ha venido en denominarse teatro documento, en su relación con un público que ha vivido como ciudadano aquello que se le cuenta y que aún vibra en su memoria.
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