23/02/2022
 Actualizado a 23/02/2022
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Inicialmente, se trata de un libro de Erika Jong que en su día levantó gran revuelo, por su temática –algo escabrosa– que hoy casi sería un libro para niños. Una mujer casada se decide durante un viaje, a hacer realidad una fantasía erótica que hacía tiempo rondaba en su cabeza y tal y tal y tal. Ahí lo dejo.

Entrando en el plano político, me sorprende tanta armonía, tanto ‘fair play’, tanta cordura en plena campaña autonómica. No puede ser. Algo tiene que pasar. Algo vendrá a perturbar esta calma chicha.

Cuando menos se espera, alguien levanta el vuelo y decide cambiar una cómoda existencia por una alocada aventura. Ocurre en la vida privada, en los negocios y en todas las demás esferas. Pongamos que hablo del Partido Popular.

Desde el revolcón en los comicios de la Comunidad de Madrid, todo parecía ir sobre ruedas. El optimismo reinaba en sus filas, sintiendo la ilusión de ganar elecciones sucesivas, hasta las generales. Incluso las estadísticas más cicateras confirmaban esta tendencia.

Pero no todos se alegraron y amedrentados por el éxito de Isabel Ayuso, empezaron conspirar porque pensaban que esta mujer era un peligro para sus ambiciones. Era más inteligente y más capaz, que el titubeante Casado y su brazo derecho, Egea, moviendo los hilos.

Acaso, entre otras cosas por el hecho de ser mujer. Son demasiadas las mujeres arruinadas políticamente en el PP. Recordemos: Rita Barberá, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, Cayetana y, de momento, Isabel Ayuso. Un hecho elocuente.

Volviendo a esta pareja –me recuerda a Mortadelo y Filemón– se pusieron a buscar trapos sucios: información comprometida; detectives; expedientes, para luego dar marcha atrás. Toda una serie de felonías inspiradas por la oposición.

Unos personajes de tan escasa moral no deberían alcanzar el gobierno de este país. Aunque, posiblemente pensaran que si lo hizo Pedro Sánchez, cualquiera podría repetirlo.

Como podemos ver, todo vale para cumplir la ambición. Zancadillas, libelos y puñaladas traperas. Desde los Reyes Godos, cuyas dinastías se sucedían a golpe de puñal. Pero algo nos hemos civilizado –aunque los sentimientos sigan siendo los mismos– y hoy las cuchilladas no manchan la moqueta.

El primer reto fueron las elecciones de Castilla y de León que se precipitaron por la presunta traición de Igea, que pactaría con el PSOE –no tardarían los ‘populares’ en saber lo que es una traición de verdad–. En el momento de la convocatoria, había buenas expectativas y se soñaba con alcanzar la mayoría absoluta. En principio no parecía descabellado –por el descrédito de este gobierno autoritario– pero pronto se apreció una gradual caída en la intención de voto. Una semana de más y el descalabro sería garrrafal.

Lo que habría de ser un motivo de disfrute, se convirtió en una calamidad. ¡Cuánto preferiría Mañueco haber perdido estos comicios! Una boja para los dirigentes fue la de Ayuso, diciendo que era mejor «pactar con el partido de Ortega Lara, que con los terroristas». Lo cual es abrir las puertas a la formación de Abascal.

A esto, Casado, que ve cómo Vox le siega la hierba bajo los pies, urde una estrategia fatal con el PSOE. Primero desacredita a Ayuso, para el contento de Sánchez. Luego, en compensación, éste se abstiene en la investidura y Mañueco gobierna en solitario. Son Maniobras Orquestales en la Oscuridad que suelen salir mal. Pero si hubiera que repetir las elecciones, otro gallo iba a cantar.

Por escabroso que sea, puedes leer ‘Miedo a Volar’ de Erica Jong sin prejuicios. El espectáculo parlamentario es mucho más inmoral. Pero mucho.
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