17/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Haciendo memoria de los años de estudiante, sobre todo de los seis años de bachillerato con sus correspondientes reválidas, recuerdo que había mucha exigencia y disciplina, que era preciso mucho esfuerzo, que no te aprobaban por la cara, que a final de curso entraba toda la materia, generalmente con examen oral ante un tribunal. El profesor imponía respeto. Aunque a veces se pasaba mal, hoy lo recuerdo con gratitud, porque recibíamos una buena formación en todos los sentidos y nos ha ayudado muchísimo en la vida.

Después vino una nueva ley de educación, todavía con Franco, en 1970, la llamada ley Villar Palasí con la EGB y el BUP. Ya la conocí como profesor. Era distinta, pero seguro que muchos alumnos guardan un grato recuerdo. Veinte años más tarde vino el desastre, la LOGSE, con los socialistas. Probablemente tenía buenas intenciones, pero los resultados han sido nefastos. No obstante, cuando el Partido Popular llegó al poder, a pesar de no estar de acuerdo con ella, la mantuvo ocho años, hasta que en 2002 se aprobó la LOCE, con intención de aplicarla en una nueva legislatura, en 2004, pero ganó las elecciones Zapatero y lo primero que hizo fue paralizar la LOCE, que nunca se llegaría a aplicar, restableciendo la LOGSE hasta que en 2006 le dio algunos retoques dando paso a la LOE. En el 2011 vuelve el PP al poder, con Rajoy. Siguen aplicando la ley socialista, pero se disponen de nuevo a elaborar una ley que mejore la calidad de la enseñanza (la LOMCE), aprobada en el 2013.

Para dejar de hacer de la educación un tema partidista y evitar tantos vaivenes se cree conveniente hacer entre todos un pacto escolar. Pero hete aquí que una moción de censura, con el apoyo de los enemigos de España, lleva de nuevo al poder a los socialistas con tan solo 84 escaños. Como no les da tiempo a hacer una nueva ley, la ministra del ramo anuncia inmediatas reformas, con medidas contra la asignatura de religión y la enseñanza concertada. Ya no esperan al pacto escolar. No respetan la libertad de los padres y de los alumnos que mayoritariamente piden esta asignatura en condiciones equiparables a las demás, por ejemplo, a la plástica o a la educación física, como figura en los Acuerdos Iglesia-Estado. Olvidan que los padres, que pagan sus impuestos, tienen derecho a elegir la educación de sus hijos. Y además quieren imponer como obligatoria una asignatura verdaderamente adoctrinadora de su ideología, como los estados totalitarios. Sobran razones para movilizarse.
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