Imagen Juan María García Campal

Mi ni entender ni comprender

12/12/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Sé de la incorrección gramatical del título de este artículo. Mas supongo que, si lo escribo correctamente (yo no entiendo ni comprendo) es muy probable que, usted lector, se diga ‘¡posandaqueyo!’, se tenga por más que harto con las confusiones, ignorancias e incomprensiones que acarree –ingente cantidad sin duda en estos tiempos del vivir –ora con gozo, ora con dolor, siempre con inmensa paciencia– y no preste la mínima atención a las que yo hoy comento.

Cierto es que no soy de largas ni anchas entendederas y por ello me pregunto: ¿cómo es que el canal de TVE 24h y dos periódicos, digamos, de la vanguardia del país retransmitan en directo, vía internet, durante casi todo el sábado pasado y desde París el conflicto francés de los ‘chalecos amarillos’ y, sin embargo, fuesen contados los minutos y espacios dedicados a los ataques a las libertades de manifestación y expresión, los cortes de autopistas y levantamiento de peajes llevados a cabo por los reaccionarios CDR en Cataluña, España? ¿Es que también medios públicos y privados optan por el opio de la ignorancia? Para mí es esta falsa cautela, que no es «precaución y reserva con que se procede», sino «astucia, maña y sutileza para engañar», la que se ejerce cuando se manejan, desde un supuesto paternalismo moral, ideas como la de gente y pueblo y no la de ciudadanía, pues, en mi opinión, la ciudadanía se fomenta, hace y respeta, además de con educación e instrucción, con verdad.

A dos días de celebrar el cuadragésimo aniversario de la Constitución nos encontramos con la llamada de un representante territorial del Estado –el presidente Torra de la comunidad autónoma de Cataluña– llamando a la, también inconstitucional, vía eslovena a la independencia. Mi no entender ni comprender como la única respuesta que tiene el Gobierno de España es enviarle tres cartas, por más duras que sean, insignificantes, pues obvian la magna, a modo de «niño, deja ya de joder con la pelota». ¿La Constitución, como la Libertad, no se defiende también ejerciéndola? ¿Seguimos alimentando nacionalismos de mayor o menor ámbito territorial o proclamamos la Constitución como marco común de convivencia?

Es tal mi no entender ni comprender esta España amnésica que cada día pienso más en exiliarme al interior de mi reino, bien pertrechado de frutos de la República de las Letras, sabiéndome, muchísimo más que el Padre Feijoo, «estudiante de mediana pluma y labio que trabaja por ser sabio y morirá ignorante». Escuchar el silencio, leer y escribir.
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