18/06/2021
 Actualizado a 18/06/2021
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No sé qué tiene el verano que hace que miremos la vida con otra perspectiva. Entre el calor, el torneo de fútbol de selecciones de turno y las vacaciones, da la sensación de que la vida es un poco más amable incluso cuando lo que viene entre medias es una pandemia mundial que se ha cargado el mundo como lo conocíamos.

¿Que viene algún problema con solución cuando venga el frío? «Pues ya me preocuparé de ello en septiembre». Parece que los únicos que viven con cierto estrés estos días son curiosamente uno de los sectores profesionales más envidiados, los futbolistas.

El culebrón Sergio Ramos - Florentino Pérez es solo el ejemplo al más alto nivel de lo que se vive estos días en los despachos y en los teléfonos de todo el mundillo futbolístico, en clubes desde Primera hasta Tercera División, pero con asuntos que se parecen en casi todo salvo en la longitud de las cifras que se negocian. Un juego de la silla pero con más premio que el de la fiesta del colegio.

Clubes, representantes, jugadores... todos quieren mirar por sus intereses en un mercado de la especulación en el que los medios de comunicación o incluso redes sociales con cierta relevancia en el entorno tienen un papel fundamental. Casi nada de lo que se publica en este sentido en cualquier sitio viene de una fuente no interesada en el asunto y cuando eso se produce, suele ser porque lo único que falta es la firma o el anuncio.

Merece la pena que el aficionado no dé por hecho cada cosa que lee o escucha, porque él también vive una suerte de síndrome de Estocolmo cada verano. El creer que los jugadores que estaban en su equipo eran los mejores aunque le hubiesen hecho sufrir durante todo un año suele ser algo habitual. «Son unos cabrones, pero son mis cabrones», decía alguno.
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