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Melancolía sí, nostalgia no

30/01/2023
 Actualizado a 30/01/2023
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Rendimos hoy nuestro personal homenaje a Luis Mateo Díez, el gran escritor, nacido en Villablino en el 42, y compañero de armas en tantas empresas, humanas y divinas, y al que el diario ABC dedica su Cultural del sábado, día 14, con motivo de la entrada en el clan de los octogenarios felices de nuestro insigne compañero juvenil de poesía.

Y no vamos a glosar nuestro aprendizaje común en aquella ciudad que era la nuestra entonces, maltratada hasta el castigo por alguno de los nuestros, tal vez el más lúcido, como Agustín Delgado García, el intelectual del grupo, sino lo que de allí, de aquel caos y de aquel barullo de gente enloquecida, pudo llegar a sacar este extraordinario creador que pronto abandonó los ripios y se pasó a la narrativa.

Después, «cada cual el rumbo siguió de su locura» y el rumbo del Mateo (como siempre fue llamado en el grupo) fue instalarse en Madrid, en concreto en un balcón de la plaza Mayor, y, desde allí, elaborar la mayor y mejor obra narrativa en español después de Cervantes. ¿Que exagero? Como contaba el Lugareño de Almuzara, al que solíamos llamar Braulio, no era aldeano sino fabricante de cecinas y embutidos, un amigo suyo le decía: Tengo lo menos diez mil palomas… ¿Mensajeras?...No, no tensajero nada…

Bueno pues es la cosa que el gran octogenario, y académico de la lengua, dale con lo de la nostalgia y la melancolía. Ya uno de los glosadores en el ABC dice de el Mateo que «tiene un pie en la mañana y otro en la melancolía». Que de haberlo leído el propio Mateo sin duda le hubiera dicho lo que le dice siempre al cronista: «Tú también eres de pilila pequeña…» que es como decir: Nosotros somos de los que no añoramos nunca… Vivimos a la que salta… Estamos a lo que venga…

No hay más que leer uno de sus postreros engendros: «Mis delitos como animal de compañía» en el que «hay mucho humor sobre lo físico, sobre la enfermedad, sobre las hernias» y que remata él mismo: «Ya el cuerpo es un chiste». Y, enseguida, se remiten a su primera novela, la que escribió cuando todavía compartíamos vacaciones, viajes, y proyectos, la famosa ‘La fuente de la edad’ al decir de muchos una de las más cervantinas de el Mateo, y en la que sus personajes están en la edad de la melancolía, la misma de Alonso Quijano…

Y en la página 6, una fotografía en la que el Mateo mira al cámara, en medio del mar, a bordo de una barco que pilota el Cronista.
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