26/12/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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Escribo abatido. Cómo me hubiera gustado que este año el día de Navidad –en que no se publican periódicos– hubiese caído, como sucederá el próximo, en miércoles. Me vería así eximido de la libremente elegida obligación de escribir en día conmemorativo del final de los precristianos ‘Dies Natalis Solis Invicti’ o del ya cristiano nacimiento del mítico bueno y didáctico Jesús de Nazareth, el Dios que quiso ser hombre, o del mercantil milagro de hacer el agosto en diciembre.

A peor abundamiento, varias son las penumbras y dolores que hoy hieren mi ánimo. Reciente una, amigable e íntima (algo se muere en el alma…); muy próximo, social e incívico –¡bestial!, ¡inhumano!–, otro, el secuestro, violación y asesinato de la joven mujer Laura Luelmo. ¡Una más, una menos!

Muchas han sido, ¡faltaría más!, la intentadas instrumentalizaciones de este abominable feminicidio. No hablaré de todas ellas. Unas me parecen tan despreciables y otras lo son a tal punto que ni como crítico les serviré de eco. Sí lo haré de aquella que, supuestamente escrita desde un feminismo que no adjetivaré; que, supuestamente escrita desde una posición progresista, es decir, civilizada y civilizadora, simplifica –acaso bajo el dominio de la pasión y no del de la reflexión– el gravísimo problema de la violencia machista a ‘gordo’ para, continuación y retórica mediante («Ruego que antes de sentiros profundamente ofendidos por no escribir ‘algunos hombres’ sino considerarlo general, sigáis leyendo»), dogmatizar que «la violencia machista es un problema que tenéis los hombres… Sí, los hombres, todos los hombres». Es decir, la autora, Cristina Fallarás, no sólo divide el mundo en sexos o géneros, sino que, seguro desde un dolor compartido –igual, ni mayor ni menor que el de los muchos hombres que reconocemos, proclamamos y ejercemos la igualdad de derechos y libertades de todas las personas (hombres y mujeres)– nos transfiere a los hombres (todos revueltos) la exclusiva responsabilidad de la violencia machista. ¿Se habrá preguntado la autora cuántas personas –y no hay peor cuña que la de la misma madera–, a veces, encuentran justificables o explicables determinados machismos?

Una sociedad libre de esta lacra, estimo, mejor la conquistamos todas juntas. Todas las personas que tenemos pendiente, entre otras, la conquista del efectivo ejercicio de la Declaración universal de los Derechos Humanos. Las personas, mujeres y hombres, somos mucho más que géneros o sexos y, por eso, mejor que divididas, avanzamos juntas.
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