22/12/2015
 Actualizado a 08/09/2019
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El dinero no lo es todo, ni siquiera lo más importante, pero tal y como está montada nuestra sociedad, su carencia inevitablemente genera problemas como la angustia y el insomnio. Baste recordar los inicios de la crisis, cuando era noticia diaria el constante incremento del paro o del cierre de empresas. Un exponente de esta crisis era el descenso de clientela en muchos establecimientos de hostelería. Pero hete aquí que hacealgunos días, un domingo, decidí ir a comer con unos amigos. Después de mirar en varios restaurantes pudimos comprobar que todos estaban ocupados y que era imposible comer sin haber reservado previamente. Finalmente, un conocido nos metió por la puerta de atrás y nos dio de comer, advirtiéndonos que en la mañana había tenido que dejar de dar de comer a más de cincuenta personas. Esto es solo un pequeño indicador, pero junto con la creación diaria de más de mil puestos de trabajo, nos refleja que, aunque aún queda mucho por hacer, vamos en buena dirección. Ciertamente eso no sería posible sin recortes y sacrificios.

Somos muchos los que hemos criticado a Rajoy por algunas de sus actuaciones en temas tan importantes como la defensa de la vida, otros relativos a la educación y alguno más. Lo que ocurre es que, dado que en esto los otros partidos nolo hacen mejor, no nos queda otro remedio que aceptarlo con la nariz tapada. Y puesto que en España no tenemos, como antes, la máquina de hacer billetes y, si queremos que nos presten dinero, tenemos que demostrar solvencia para devolverlo, ¿cómo pretenden sacarnos de la crisis o realizar todo lo que prometen los que previsiblemente nos pueden llevar a retroceder a los peores tiempos, de más deuda y menos trabajo? Desgraciadamente los temas morales y espirituales no interesan a mucha gente, preocupada más bien por lo material. Ello no es bueno y nos preocupa, pero no impide que nos de mucha pena que la frivolidad con que se vota a algunos gobernantes pueda generar más miseria.

No cabe duda que los resultados de las recientes elecciones son inquietantes por la situación de ingobernabilidad en que puede encontrarse España. Es verdad que todos los votos tienen el mismo valor y no negamos la libertad de que cada cual vote a quien quiera, pero no es menos cierto que no todos los votos son igualmente ponderados y reflexivos. Mucho nos tememos que los recientes experimentos políticos no favorecen nada a España, haciendo oportuna la frase de Don Eugenio D’Ors: «Jovencito, los experimentos con gaseosa».
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