Medio siglo entre virutas

José Julio Díez de Lucas es para todos ‘El Virutas’, un apodo que denota sus cincuenta años dedicado a la carpintería, desde los 14 años hasta hoy, que se jubila

Fulgencio Fernández
19/03/2023
 Actualizado a 19/03/2023
El gesto más característico de 'El Virutas', prendiendo un cigarro "porque algún vicio habrá que tener". | Reportaje fotográfico de Jesús F. Salvadores
El gesto más característico de 'El Virutas', prendiendo un cigarro "porque algún vicio habrá que tener". | Reportaje fotográfico de Jesús F. Salvadores
Hoy, día de San José, es además del día del Padre el del patrón de loscarpinteros, que era la profesión del santo José. Y hoy es un día especial para José Julio Díez de Lucas;por muchas razones, porque es su santo y porque se jubila después  de 50 años de trabajo. A José Julio nadie le conoce por su nombre, para todos los que le conocen —que son muchos— es El Virutas, un apodo que denota su profesión de carpintero, lo que suma otra celebración más a esta jornada especial.

- Al fin la jubilación, Virutas.
- Bueno, ya la merezco; aunque si te digo la verdad no me hubiera importado seguir trabajando, me gusta la carpintería, es entretenida, pero últimamente me cansa un poco la gente, se han vuelto muy especiales, no les gusta nada de lo que haces, protestan por todo. Y yo no soy de discutir.

Claro que no es de discutir este tipo entrañable. Alto, delgado, tranquilo, observador, discreto, con  la sonrisa siempre a media asta y siempre a punto de prender un nuevo cigarro, protegiendo la llama con sus enormes manos de carpintero. "Algún vicio habrá que tener",  bromea. Lo que sí es, no cabe duda, un gran trabajador que ya lleva cincuenta años metido entre virutas. "Comencé a trabajar con catorce años, nada más salir de la escuela, empecé a trabajar ‘en serio’ con mi padre y mis tíos; antes, desde los doce, ya ayudaba por los veranos en la carpintería, de pinche de mi padre, Alberto".

- ¿Empezaste con tú padre?

- Sí, pero no solo. Mi padre era el molinero de Villamartín de Don Sancho, donde yo nací y viví hasta los seis años. Pero cuando lo de los molinos comenzó a bajar vinimos para Matallana, a trabajar con mis tíos los hermanos García Díez, y con su madre, la señora Radegundis, que se había quedado al frente del negocio tras el fallecimiento de su fundador Arsenio García.

Aquella empresa Hergadi fue creciendo, de tener en la carpintería algunos materiales de construcción ‘añadidos’ fueron evolucionando a que los materiales ganaran presencia, pero José Julio, Virutas, jamás dejó de mantenerse fiel a la carpintería.

- ¿Nada te apartó de las virutas en estos cincuenta años?
- Nada. Bueno, la mili, que la hice en la legión.

- ¿Voluntario?
- A medias. A mí ya me había tocado para Ceuta, que era muy mal destino y pagaban 150 pesetas. Entonces pedí para la Legión, que cobrabas cuatro mil pesetas... Y acerté.

- ¿Tan bien te fue?
- La verdad es que sí. Como me alisté como carpintero estuve seis meses de carpintero en la Plana Mayor y los otros seis meses ya estuve de camarero, viví como Dios, la verdad.

Y al regreso nuevamente a la carpintería, con sus tíos Marcelino y Carlos, en la carpintería, trabajando por toda la comarca de Matallana y otras muchas, cercanas y lejanas. Su primo y compañero de trabajo, Fidel, explica que "cuando vamos por los pueblos, realizando cualquier trabajo, vamos encontrando las obras que Virutas fue sembrando por la provincia. No hay pueblo en la ribera del  Torío, claro, pero también del Bernesga, el Curueño y parte del Porma en el que no haya instalado una escalera de madera, mesas o el típico escaño. También múltiples puertas de entrada y también de carro... Cuando vas con él ves cómo ha disfrutado y orgulloso de su trabajo te decía aquello de me ha quedado matizado". Curiosamente lamenta Fidel que "por ir a estudiar me aparté de la carpintería, en la que había empezado con mi padre y con Virutas, pero después me encargaron otros cometidos. Y lo lamento porque, además de gustarme la carpintería, José Julio es un excelente compañero, como pocos".Virutas recibe los elogios con su sonrisa al biés. Seguramente los agradece, seguramente sabe que son justos, y recuerda aquellos inicios en los que "apenas existían herramientas eléctricas, por lo que buena parte del oficio se hacia con herramientas manuales". Y señala Fidel que esta circunstancia "le dio una destreza especial que, con la llegada de los avances de la herramientas, se convirtiera en un oficial de carpintería de renombre en la comarca; de más valor aun en estos tiempos en los que no existe relevo generacional al haberse perdido la figura del pinche de taller y no haber una buena conexión entre la formación profesional reglada y la empresa privada".Virutas celebraba ayer el inicio de su nueva vida jugando un campeonato de mus en Robles, "aunque lo mío es el tute o la mata, un juego local". También podrá dedicar más tiempo a la pesca, seguirá siendo quien tira los voladores en las   fiestas con las tablas que él mismo hace, tal vez regrese a las gimkanas en las que era un clásico con aquel 127 que le compró a un cura o el famoso Volkswagen GT ( LE-6949-O) con el que regresaba a la discoteca de Pilina en un pispás... Cultivará el huerto y lo que haga falta... pero seguirá siendo siempre El Virutas.Que hoy es su santo. Y su jubilación.

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