Medio siglo en Coyanza (II)

De forma paralela al despegue industrial y turístico en Valencia de Don Juan a lo largo de los diez últimos lustros se asistió a la desaparición con el paso de los años de diferentes edificios y servicios que marcaban la reciente historia de la ciudad. Así asistimos al cierre del ferrocarril de vía estrecha Palanquinos-Medina de Rioseco que en sus últimos tiempos aguantó con el servicio de automotor, unidad que anteriormente había suplido a las máquinas de vapor.
En lo referido a edificios singulares puedo destacar las antiguas escuelas situadas en el solar que ocupa en la actualidad la Casa de Cultura, proyecto que se inició con la aportación económica de veintiún millones de pesetas desde el gobierno de la UCD y que se abrió al público sin las mínimas condiciones legales que se exigían. La iglesia de San Juan también desapareció del paisaje urbano coyantino, aunque su derrumbamiento sirvió para dar impulso a la residencia Virgen de Loreto. Quizá la pérdidamás destacada fue la singular fachada del Ayuntamiento, coronada esta por la inigualable torre metálica del reloj. Nada se pudo hacer para evitar la desaparición de la irrepetible fachada del Consistorio porque las protestas presentadas ante la alcaldía por un grupo de vecinos de la ciudad y encabezado por Eulogio Alonso (Merino de Tradiciones Coyantinas) no se tomaron en cuenta, por lo que se asistió a un inexplicable atropello del sentido común al comprobar la inexplicable chapuza de la nueva arquitectura llevada a cabo en el edificio consistorial que debió retranquearse para ofrecer mayor comodidad a la circulación de tráfico y realzar el conjunto de la fachada de la iglesia parroquial de San Pedro. Otras pérdidas irreparables para Valencia de Don Juan fue el hundimiento del tejado del entonces casi abandonado teatro Coyanza que se convirtió durante años en almacén de gigantes y cabezudos e improvisado palomar hastasu total desaparición. Más reciente en la historia de Coyanza, se recuerda el depósito de aguas edificado en su día la plaza de Santa Marina coma base del abastecimiento de aguas y cuya demolición fue objeto de polémica, aunque la panorámica actual del lugar parece justificar la decisión del desmantelamiento del referido depósito que presentaba evidentes signos de ruina.