Medio siglo de Casa del Soldado

Ropa, cascos, insignias, banderas y todo tipo de material militar en un local que lleva medio siglo abierto y lucha por sobrevivir

Susana Martín
18/01/2015
 Actualizado a 10/09/2019
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Cada vez van quedando menos negocios de los de siempre en la ciudad. Muchos de los negocios con solera, esos que forman parte de nuestro paisaje de cada día desde hace décadas, han ido desapareciendo, y otros luchan por sobrevivir. Uno de ellos es la Casa del soldado, un singular establecimiento ubicado en la plaza de San Martín del barrio Húmedo donde hay un poco de todo, con un millar de referencias diferentes.
¿Qué podemos encontrar en la Casa del Soldado? Casi todo lo relacionado con el mundo militar, pero también todo tipo de objetos que uno pueda imaginar: banderas, insignias, ropa, material de guarnicionería, de equitación, para perros… 

"Estar ubicados en una zona peatonal es un handicap, la gente no va donde no llega en coche" Los padres de José Fuertes pusieron en marcha este negocio en los años 60, primero junto a la cestería de la calle Matasiete, y ahora en San Martín. Tres décadas lleva ya José al frente del negocio, primero con Laurentina, su madre, y ahora solo, desde el año 2000.

¿Qué vende la Casa del soldado? Un sinfín de objetos, entre ellos algunas curiosidades, como un casco nuevo de la Guerra civil, otro –ya en las últimas- de la Segunda Guerra Mundial…

"Algunas cosas sólo pueden encontrarse aquí, somos la única tienda de estas características en el noroeste del país", asegura José, que lamenta que la crisis le esté afectando tanto. Cuenta que apenas le da para pagar los gastos de su local, que son muchas las facturas y cada vez menos los ingresos y los clientes. "Por la crisis, porque los militares tienen muchos recortes y no les da para comprarse más ropa que la que les dan, porque ya no hay servicio militar obligatorio...", explica. En la Casa del Soldado se puede encontrar desde la típica muñeca 'gwendolyn' que regalaban a sus novias o madres los soldados cuando terminaban la mili y juraban bandera, pasando por un busto del único capitán laureado en la Guerra civil, un busto que antaño se exhibió en el Palacio de Oriente de Madrid y que alguien regaló al padre de José, y allí sigue expuesto. Entre un euro y varios cientos, José Fuertes reconoce que ahora "todo tiene un precio", aunque de algunos objetos le costaría desprenderse, "por su valor sentimental".El empeño de este hombre que llegó a trabajar en la central nuclear de Trillo, en Guadalajara, es poder seguir sobreviviendo con su pequeño negocio porque dice que se ve "algo mayor para cambiar de profesión". Cree José que será complicado mantenerse abierto, en parte por tanta crisis y en parte es por estar ubicado en una zona peatonal del casco antiguo. "La gente no va donde no puede llegar en coche, es una realidad", asegura, "no hay más que ver que somos la única tienda que queda en esta plaza, por algo será".

Con alguna otra excepción, la Casa del soldado es una de las poquísimas tiendas que permanecen abiertas en la zona. Confiando en el fin de la crisis, seguirá luchando por mantenerse para atender a sus clientes, de entre quince y ochenta años, muchos de ellos coleccionistas.
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