Medicina interna:la epidemia enquistada

Luis A. Marcos Martínez
16/07/2022
 Actualizado a 16/07/2022
La Medicina Interna es la especialidad hospitalaria que se dedica a la atención integral del enfermo adulto. La amplia formación del internista y su conocimiento científico le permiten atender los problemas clínicos de la mayoría de los enfermos que se encuentran ingresados en un hospital. Por su visión global e integradora el internista es el especialista idóneo para atender a pacientes de diagnóstico difícil y a aquellos con múltiples patologías.

En marzo de 2020, tras la eclosión de la epidemia por coronavirus, los hospitales se vieron colapsados por una avalancha de pacientes infectados por el nuevo virus. Esto afectó de una u otra manera a todos los servicios, aunque la mayor sobrecarga recayó fundamentalmente, además de en Atención Primaria, en los servicios de Urgencias, Neumología, Cuidados Intensivos y Medicina Interna. Los facultativos de otras especialidades colaboraron de manera ejemplar con los más implicados, haciendo que la carga fuera más llevadera. Todo esto derivó en una paralización de la atención quirúrgica no urgente que llevó a engrosar las listas de espera quirúrgicas.

En los meses, ya años, posteriores, y sobre todo tras la masiva vacunación de la población, la COVID ha ido evolucionando hacia una enfermedad en general más leve. El número de ingresados ha disminuido sensiblemente a pesar de mantenerse cifras de incidencia elevadas, y las unidades de Cuidados Intensivos se han visto sensiblemente aliviadas.

Sin embargo, existe un sector de la población que sigue enfermando e ingresando en los hospitales. Se trata de pacientes habitualmente mayores y pluripatológicos, en los que el virus es especialmente dañino por provocar una descompensación de sus patologías de base, como lo haría cualquier otra enfermedad vírica intercurrente, y que precisamente por sus condiciones son candidatos para ingresar a cargo de Medicina Interna.

En definitiva, mientras en la calle se ha recuperado la sensación de plena normalidad, ya sin ningún tipo de restricciones, la epidemia sigue provocando una evidente sobrecarga asistencial que afecta de forma fundamental, además de a Atención Primaria y a Urgencias, a los servicios Medicina Interna

Los internistas estamos acostumbrados a tener fluctuaciones en nuestra carga de trabajo, con épocas anuales de mayor actividad, habitualmente durante las semanas correspondientes al pico epidémico anual de gripe. Pero con el coronavirus estamos llegando a una situación en la que sobrecarga es continua y llevamos ya más de dos años en los que tenemos la sensación de estar en un continuo pico epidémico.

Este exceso de trabajo se ve agravado además por las frecuentes bajas de compañeros que caen afectos precisamente de la misma enfermedad que origina esta sobrecarga.

El internista atiende enfermos con procesos agudos que requieren ser vistos y tratados sin demora y, por ese sentido de responsabilidad profesional inherente a todo médico, de una manera u otra el trabajo siempre sale adelante. El incremento de tarea del internista nunca se va a ver reflejado en una lista de espera como ocurre con cirugías y técnicas. Por este motivo el problema de la sobrecarga asistencial de los servicios médicos no preocupa a los gestores de la misma manera que lo hace una lista de espera quirúrgica.

Tampoco tiene, el internista, la posibilidad de derivar a los pacientes a otro nivel asistencial cuando el trabajo es excesivo o le desborda. Al final, los pacientes están ahí y hay que atenderles de la mejor manera de las posibles.

Esta presión asistencial tan continuada en el tiempo sobre unos servicios de Medicina Interna no dimensionados para esta carga está minando poco a poco la moral de sus efectivos. No se atisba, ni por asomo, el final de una situación que ha dejado de ser coyuntural y parece haberse perpetuado en el tiempo.

No quiero con este escrito realizar ninguna reclamación laboral, ni tan siquiera profesional. No me parece la forma ni el medio más adecuado y además yo no represento a nadie. Seguramente hay otros cauces que debamos utilizar para tal fin. Lo único que pretendo es dar visibilidad pública a una situación que, a mi juicio, estamos viviendo los médicos internistas y que está a punto de convertirse en insostenible sin que a nadie parezca importarle.

Luis A. Marcos Martínez es médico Internista del Complejo Asistencial Universitario de León
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