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Me persiguen las palomas

07/07/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Ocurre que las palomas me siguen y me persiguen. Desconozco porqué, pues no me conocen, creo yo, pero en cuanto huelen mi curioseante presencia tras los cristales ya está, alzan vuelo para regresar cuanto antes a su aposento elegido que no es otro que las jardineras de mi casa. Me explico mejor: las colúmbidas que visitan las pétreas jardineras de mi casa no se equivocan nunca contrariamente a lo sucedido con la paloma de Alberti que «Por ir al norte fue la sur, / creyó que el trigo era agua. / (…) Creyó que el mar era el cielo, / que la noche, la mañana», y todos los años desde hace bastante las tengo ahípuntualmente anidando sin pizca de gracia para mí. Pues suscorrosivas cagadas no sólo atacan mis jardineras sino incluso mis yedras sin miramiento alguno.

Total, que sin explicármelo llevo varios años fabricando torcacesy otras razas al por mayor y mira que les pongo cara antipática, pues lo dicho, no me da la gana que estropeen sobre todo mis mimadas yedras, geranios y petunias. Por esto y por las posibles, aunque no probables,enfermedades que me pueden regalar. La verdad es que con gran sentido de la orientación han aprendido la ubicación de mi casa y desde hace mucho ahí las tengo con sus frágiles nidos, huevos y pichones a flote, que bien se porta el padre trayéndoles comida y la madre tanto empollando como protegiendo el nido con su cuerpo amoroso. Tanto es así que cuando me atisban, muy rápidamente, tras el ventanal, repito, se espantan y levantan vuelo para regresar enseguida cuando mi fantasma femenino ha desaparecido a sus veloces ojos.

Como comento, hace tiempo que convivo con palomas libres, muy libres, pienso yo, lo que indica, claro está, que no resido en La Antártida ni en El Ártico y que no albergo excesiva simpatía por tales aves cargadas de simbolismo, a veces, conforme se aprecia en La Biblia o en el propio Picasso con su afamada paloma de la paz. Pero, simbolismo aparte, las palomas reales, en carne y alas, si bien no me atraen en demasía,llevada por una piadosa inclinación acepto sus nidos en mis pétreas jardineras, como el confeccionado hace poco, algo antes de Corpus, enriquecido por un par de huevecillos blancos debidamente atendidos. Tuve suerte. Pude contemplarlos. Pero ya no, ya no puedo verlos. La paloma como que se ausentó para siempre. Ni la veo ni escucho su arrullo. Los huevos, los huevos se han quedado solos, abandonados.Pero ahora, últimamente, ni siquiera están. El nido se encuentra vacío. Sucede que por allí merodeaba un feo aguilucho que tal vez se merendó la paloma. Y los huevecillos, ¿los huevecillos se los comieron otros pájaros?
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