Me los llevaría para casa

29/03/2022
 Actualizado a 29/03/2022
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Ocurre con frecuencia. Quien los tiene –corderos, gatos, perros...– ha escuchados cientos de veces la expresión cuando alguien pasa cerca y ve a las crías recién nacidas jugando. «Me los llevaría para casa».

Y lo que es peor, en muchos casos, se los llevan. Los corderos no tanto pero también se dan casos, animales convertidos en juguetes mientras son unas monadas, como los de la fotografía.

Pero la vida casi nunca es para llevársela para casa, tiene ratos, pero está más veces para tirarla a los perros que para llevarla al jardín. Y el pastor recuerda que muchas de estas ‘cosinas’ para llevarlas para casa donde realmente acaban es en los fogones de los mejores restaurantes, que casi nadie piensa en esta bucólica estampa cuando se los ponen en la bandeja, el preciado lechazo.

Y a los gatos les gusta más marcharse de jota por los tejados que nada en el mundo, y los perros crecen y ladran y persiguen vientos y necesitan la libertad como el comer, son así, irreductibles. Y aunque muchos, la mayoría cierto es, alcanzan una vida que no podríamos llamar de perros tampoco faltan los que quedan abandonados en una carretera, el monte o la nada.

Son, muchas veces, aquellos que nacieron del impulso de «me los llevaría para casa»... cuando eran unos adorables cachorros.
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