Master Chef

Siempre me he preguntado para qué sirve un master un realidad. Nunca me he planteado hacer uno, también es verdad que no me he visto en la situación de creer que me haga falta. Y nada más terminar la carrera veo bastante absurdo meterte a estudiar un master, más que nada porque aún no tienes claro a lo que te quieres dedicar o la vida te lleva por otros derroteros, y al final este tipo de programas refuerzan tu especialización en algún tema. Del que suponemos que es a lo que te quieres enfocar. La gente que defiende el estudio de un master obviamente se ajusta al argumento de que un mayor nivel educativo te acerca más al éxito y te abre las puertas para elevar tu rango salarial. Y seguramente así sea. Igualmente, siempre existe el eterno debate entre: hago un master porque voy a poder ganar más dinero y ascender en la escala social; o hago un master porque puedo pagarlo –independientemente de si el programa o la institución en la que lo haga es mejor o peor– y esto me da acceso a una serie de contactos y a un círculo que me abre las puertas necesarias para formar parte de una élite social y empresarial que me interesa. Cada uno hará su reflexión. Lo que está claro es que en España seguimos pecando de titulitis, y podría poner varios ejemplos de gente con carrera, masters e idiomas que no saben hacer la ‘o’ con un canuto. Pero ese también sería otro tema para analizar. No nos viene mal que haya pasado esto con un personaje público como Cristina Cifuentes para que tanto universidades como centros de negocios se pongan alerta e intenten regular todos sus procesos, tanto de selección de alumnos, como de profesores, como las evaluaciones, y se aseguren de la transparencia y honestidad de los mismos. Porque esto ha pasado en la Rey Juan Carlos, ¿pero creéis de verdad que no podría haber pasado en cualquier otra universidad? Me encantaría pensar que no, pero todo depende de dónde estén tus contactos o ese amiguete que te ayuda a hacer el chanchullo. Así funcionamos.