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Más que plantas de interior

21/03/2020
 Actualizado a 21/03/2020
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Estamos haciendo vida de plantas de interior, les decía el otro día a C y a J. Ellos han tenido suerte y han podido retirarse al campo extremeño antes de que empezara todo este lío, por lo que tienen un cielo sobre sus cabezas y un suelo bajo los pies en el que ya han brotado las margaritas que saludan a esta primavera que ha empezado sin nosotros. Después me quedé pensando y mira, pues no, le dije al ficus de la cocina: ¿a que tú no has leído nada esta semana, a que no has escrito ni escuchado música ni has visto una película, a que no has hecho unas lentejas? El ficus no me contestó, así que di la discusión por ganada.

Parece que somos algo más que plantas de interior. Es un alivio. Las plantas de interior no ríen ni lloran, no escriben ni hacen lentejas. Y para demostrarlo tengo además dos piernas que todavía no han echado raíces. El miércoles salí por primera vez a comprar y comprobé que mis pies aún conocen la calle. Un corto paseo hasta la esquina que fue un poco de astronauta, con los guantes y flotando sobre el supermercado y su luz azulada, rodeada por dependientas cubiertas con mascarillas.

Videollamada después a B y a J. Como no se pueden hacer las quedadas de cada semana de ‘Bego & los Disminuidos’, habían grabado unas pistas con la guitarra y el bajo para que P grabe después el piano y coser esas notas musicales en la distancia. Este fin de semana hemos quedado para unas cañas, por la pantalla, claro. J nos envía una foto del bizcocho y las cerezas en aguardiente que les han dejado los vecinos frente a la puerta. Son mayores y así les agradecen el ofrecimiento de ir a la farmacia o a comprar, si lo necesitan.

Más videollamadas: a los padres, que llevan como pueden la nostalgia de no ver a los nietos; y a las hermanas, Y y N, con el añadido del espectáculo variado de los sobrinos: baile, cante y exposiciones de pintura. El más pequeño, J, se pasa el día con la ilusión de salir a las ocho al balcón y aplaudir junto a todo el barrio. A su hermana, A, la abuela hacemucho tiempo que le había enseñado la canción de ‘Resistiré’. El otro día le dijo: «Tita, no pensé yo que fuera a cantar nunca esa canción».
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