23/05/2020
 Actualizado a 23/05/2020
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La aplicación de podómetro que tengo en el móvil me ha felicitado al confirmar que no me he convertido en un mineral. Sigo siendo del género humano y, al tener dos extremidades, parece que las he usado algo y que las barritas que indican los pasos han ido creciendo. Mi podómetro está que no cabe en sí de gozo, me va a proponer matrimonio. Vamos dando pasos en la buena dirección, mejor es nada.

Creía que el apetito que sentía a la hora de la cena se debía al paseo. Pero me di cuenta de algo extraño: sólo me apetecía cenar tortillas. Francesa o de champiñones, de pimientos o de patatas. No sabía a qué respondía la fijación hasta que me di cuenta de que era un clásico condicionamiento pavlovliano: se debía al sonido de las cucharas contra las cacerolas. Ese ‘tantantantan’ que es característico del batimiento de huevos. Porque de eso se trata, supongo.

Oye, que no se diga: a mí protestarpor lo que sea siempre me parece mejor que otras cosas, aunque me dé ganas de cenar tortilla todos los días. No he hecho una encuesta con los músicos de la cacerola para ver por qué protesta cada uno. Si alguien lo hace porque lo que necesita es que se la llenen, me parece bien. Lo que me parece más regular que se junten multitudes como en una ‘rave’ con banderas. ‘Fun with flags’, que llamaría el doctor Sheldon Cooper, para los seguidores de Big Bang Theory. Si Sheldon y sus colegas salieran así de juntos, entre la pinta de frikis y que no podrían más que golpear envases de comida china, fijo que les ponían una multa. Entre batir huevos y que las normas te importen un huevo hay alguna diferencia.

Dicho esto, espero que el o la que lea esta columna me perdone un apunte autorreferencial. Desde que comenzó el confinamiento y a saber por qué, pero tal vez porque todo era menos y menos, he escrito diez columnas que han empezado por «más». Escribo de corrido sus títulos para resumir lo vivido: más vida en zapatillas, más que plantas de interior, más tiempo al tiempo, más intimista, más sueños, más desafinados, más normalización de lo nuevo, más aire, y más fases y desfases. Con ésta concluyo y doy más pasos para los encuentros en la segunda fase.
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