Más pancho que un ocho

14/02/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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Habla hoy el psicólogo Castañón de los niños como imitadores de la vida que ven, recuerda su larga travesía del desierto cuando sólo eran seres indefensos, proyectos de tipos útiles para sus padres y la sociedad.

Son otros tiempos pero siguen siendo imitadores de la vida y ahí está su potencial.

¿Qué van a hacer con el tiempo aquellos niños que crecieron en pueblos como Llamas de la Ribera, Velilla de la Reina, Riello, Villalfeide, La Cuesta, Riaño, Alija del Infantado y tantos otros lugares que en estos días carnales toman las calles por el asalto y la imaginación? Es fácil de imaginar, tomarán las calles por el asalto y la imaginación, rendirán tributo a la carne antes de los crueles ayunos que se acercan.

(Por cierto, al hablar del tributo a la carne no me resisto a recordar que vivimos en un mundo en el que el doctor Kellogs creó los cereales porque estaba convencido de que la carne era la causa de la masturbación).

Volvemos al suco de la imitación, de la tradición, de la historia. Mira al chaval, tan pancho por la calle como un día vio a su padre y éste había visto a su abuelo. Al libre albedrío, sin miedos ni peligros.

Por no entrar a valorar cuánto vale vivir su ilusión durante semanas esperando que llegue este día de pisar las calles nuevamente.
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