Más azúcar

Las ventanas han dejado de abrirse a las ocho para aplaudir a los que estuvieron y están luchando para preservar nuestra salud, les debemos mucho más que un aplauso. Entramos en la tercera fase, con la intención de recuperar el espacio de la calle abandonada, manteniendo la distancia obligada, reclamando desde la superficie compartida, escondiendo el aliento bajo las mascarillas. Esperaremos entre bambalinas, el grito unánime por la defensa de la sanidad pública, el bienestar de las residencias y lo relacionado con las necesidades colectivas e individuales de los servicios sociales.

Llegó el gran momento de recuperar el internacionalismo en detrimento de la globalización y de los más estridentes nacionalismos supremacistas, un internacionalismo que tiene que ser compatible con lo local, con lo nuestro, con la identidad de los pueblos, con la descentralización tanto política como económica, volver a la ruralización a través de la digitalización es una de las grandes oportunidades que se nos presenta. El estado debe de recuperar las competencias tan necesarias como la educación y la sanidad, retomar la gestión de los escasos recursos, sin duplicidades y excesivos cargos que se convierten en cargas superfluas. Es el momento de aprender a pagar impuestos, sin la picaresca para escaquearse, impuestos que nos enseñen y nos muestren la solidaridad para hacer un gran Estado.

España nos necesita y nosotros necesitamos a España para que se active un plan urgente en León, con fondos destinados al desarrollo económico, no debemos de desaprovechar esta nueva oportunidad, no nos pongamos unos enfrente de otros como solemos hacer, no nos hagamos más trampas, qué mejor manera de comenzar esta nueva normalidad desde la lealtad que no la sumisión. Entremos en la tercera fase endulzando nuestro carácter recio y triste por el momento vivido, avancemos con la alegría pertinente y apoyando la industria azucarera y al sector remolachero, como uno de los motores de creación de empleo en el entorno rural.