María Giménez: "Siento como que Elizabeth me hubiera elegido a mí"

La actriz leonesa regresa este fin de semana al Teatro El Albéitar con el estreno de un nuevo monólogo inspirado en la que fuera poeta, pintora y modelo del célebre cuadro ‘Ofelia’ de John Everett Millais

Joaquín Revuelta
11/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La actriz leonesa María Giménez de Cala. | JULIA D. VELÁZQUEZ
La actriz leonesa María Giménez de Cala. | JULIA D. VELÁZQUEZ
León vuelve a ser la ciudad elegida por la actriz María Giménez de Cala para el estreno de su segundo monólogo teatral, ‘Elizabeth Siddall’, que pondrá en escena en el Teatro El Albéitar de la ULE el próximo viernes y sábado a las 21:00 horas con entradas a 8 euros. La obra, que cuenta con la dramaturgia y la dirección de Inés Piñole, está centrada en la poeta y artista británica del siglo XIX, Elizabeth Siddall, que fuera esposa del pintor Dante Gabriel Rossetti, además de musa oficial de la Hermandad Prerrafaelita y una mujer que se enfrentó a todo tipo de adversidades para poder desarrollarse como artista en una época en la que los hombres se adueñaron del arte.

– Han transcurrido casi seis años desde que estrenó su primer monólogo, ‘Esperanza’, en Espacio Vías, una obra que en León también tuvo ocasión de representar algunos meses más tarde en el Teatro El Albéitar y de nuevo en Espacio Vías y con la que llegó a recorrer algunas localidades de la provincia. ¿Cuál ha sido su periplo artístico desde entonces y hasta el momento actual en que retorna una vez más a su tierra con su nuevo monólogo ‘Elizabeth Siddall’?
– Como bien dices el estreno de ‘Esperanza’ tuvo lugar en septiembre de 2013 en Espacio Vías y en marzo de 2014 llevé la función al escenario del Teatro El Albéitar. Ese mismo año regresé en octubre con la obra a Espacio Vías y también tuve ocasión de recorrer la provincia gracias a la Diputación. En diciembre de 2014 pude estrenarla la obra en la sala Kubik Fabrik de Madrid y ahí se quedó ‘Esperanza’.

– ¿Le costó desprenderse del personaje, del que también fue creadora? – La verdad es que sí, fue un proceso muy duro, doloroso y muy bonito también. Al final siempre queda algo de ti dentro de cada proyecto, pero sí que es verdad que a veces nosotros trabajamos mucho como en etapas. Una vez que se acaba una etapa, pues ya estás en otra cosa. Al final fueron dos años de convivencia con ‘Esperanza’. – ¿Desde entonces qué le ha deparado la profesión a María Giménez? – Pues buscando oportunidades y viviendo en Madrid, haciendo cursos, investigando, y vi que de actriz no podía vivir porque no me llegaban trabajos, como mucho algún anuncio y alguna colaboración, pero todo bastante precario. Yo era visitadora médico antes de volver a dejarlo todo y he tenido que volver a la visita médica en Madrid, pero combinándolo con mi trabajo como actriz. Por suerte he encontrado en mi vida un equilibrio económico y emocional, en el cual puedo estar trabajando en algo que me proporciona una estabilidad económica, que luego eso me permite poder ahorrar para financiar mis propios proyectos. – ¿De qué manera esa estabilidad ha repercutido en su faceta de actriz? ¿De no haber logrado ese equilibrio personal corría el riego de ser presa de la ansiedad o de la angustia? – Claro. Realmente estar esperando una llamada de teléfono es muy duro. Salir de una prueba y pensar que te ha salido fenomenal y que no te llamen, también lo es. Ver a gente a tu alrededor al que le salen trabajos y a ti no te salen te hace replantearte muchas cosas. Luego es verdad que tienes la opción de hacer trabajos de actriz que a lo mejor no están dentro de tus valores, y yo como tengo los míos he decidido ganarme la vida trabajando en otra cosa que no tiene nada que ver con la profesión de actriz, precisamente para no tener que renunciar a esos valores. – Tengo la sensación de que si ‘Esperanza’ fue un proyecto sustentado en la transformación tanto física como psicológica de la actriz con relación al personaje, en ‘Elizabeth Siddall’ se da, por el contrario, un proceso de identificación pleno, que pasa incluso por un ligero parecido físico y no sé si también emocional? – Totalmente. Madre mía. Es que sientes como que Elizabeth me hubiera elegido a mí realmente, porque yo atravesé por una época en la que tuve una enfermedad, viví una ruptura sentimental de muchos años y me encontré sumida en una depresión de la que tenía que resurgir. Además, hacía tiempo que no actuaba y cuando no actúo me muero de pena. Me apunté a un taller de Shakespeare, tuve que hacer de Ofelia y de repente vi su imagen flotando en el río según el famoso cuadro de John Everett Millais y la verdad es que me impresionó mucho. Pasó el tiempo y un día visitando una tienda de antigüedades me encontré un libro sobre mujeres artistas olvidadas y allí estaba de nuevo la imagen de Elizabeth Siddall. Entonces no sabía que era la modelo del cuadro de Millais que representaba a Ofelia, el personaje que había representado en el taller de teatro unos meses antes. Mi idea era volver a montar una obra y empecé a investigar sobre ella, preguntando incluso a médicos especialistas en historia para saber cómo pudo afectar la enfermedad a su proceso creativo. De hecho es que me adentré en su mundo y me cautivó por completo, sintiendo la imperiosa necesidad de contar algo de esta mujer. – Pero la dramaturgia no es suya, como en el caso de ‘Esperanza’. – La dramaturgia es de Inés Piñole, con la que ya había trabajado, ella como directora, en ‘Esperanza’. Había coincidido con Inés en un taller de escritura con José Ramón Mora y la animé a que escribiera algo sobre un personaje que tanto me había removido. Inés ha escrito mucho en función a la necesidad que yo tenía de contar sobre Elizabeth. – ¿El hecho de no querer asumir personalmente la dramaturgia de la obra obedecía a un cierto temor de aportar en exceso al personaje de su propia experiencia personal y prefirió por ello marcar una cierta distancia dejando esa función a otra persona? – Pienso que no. Quizás fue más por falta de tiempo. Si hubiera dispuesto de más tiempo para Elizabeth creo que lo hubiera escrito yo misma. – ¿Qué directrices fueron las que le indicó a Inés Piñole sobre el personaje de Elizabeth Siddall que quería que estuvieran presentes en la obra? – Sobre todo lo que quería era dar visibilidad a esta mujer, que es algo que a veces me pasa a mí también como actriz, que soy invisible. En aquella época Elizabeth era poeta, musa y pintora, pero realmente era como si no existiera y se la reconocía más como musa de otros artistas. En vida Elizabeth no consiguió salir a la luz, por así decirlo, y ha pasado a la historia como la modelo del cuadro de John Everett Millais. A Elizabeth Siddall no la conoce nadie y a lo mejor se me refleja la cosa esa de que yo también existo, que soy actriz y necesito que se me reconozca.– ¿Cree que es un buen momento el presente, donde parece que hay una mayor sensibilidad por parte de la sociedad hacia el papel que debe representar la mujer y que durante tanto tiempo le ha sido negado, para reivindicar a un personaje como Elizabeth Siddal y darle una lectura actual?
– Pienso que sí. Creo en la igualdad y como no ha existido eso a lo largo de la historia ahora parece que empezamos a ocupar el lugar que nos corresponde. Pienso que es el momento de encontrarlo y de quedarnos donde tenemos que estar y donde teníamos que haber estado hace muchísimo tiempo. Pero tampoco quiero que se vea ‘Elizabeth Siddall’ como una obra de feministas, porque quiero que también los hombres se vean identificados con este personaje en la transparencia, pues hay muchos chicos artistas que tampoco consiguen visibilizarse. Elizabeth fue una mujer avanzada a su tiempo y sí que ahí podemos hacer la lectura de que hay muchas mujeres que desde hace muchos años vienen luchando por la igualdad. Como te digo, puede ser un buen momento, pero tampoco me gustaría que la encasillaran como una obra de reivindicación feminista.

– Por los cuadros que conocemos de Elizabeth Siddall, el personaje transmite una atmósfera melancólica, incluso a veces espectral. ¿Esa atmósfera es la que también se ha trasladado a la representación o ha querido imprimirle una mayor vitalidad?

– Realmente es una obra dramática. Estamos hablando de que Elizabeth está esperando el regreso de su amado, Dante Gabriel Rossetti. En esa espera sucede toda la obra. Yo no sé por qué en todas mis obras siempre hay espera. En ‘Esperanza’ también había espera. Yo creo que la vida es una espera, realmente. Todos estamos esperando algo siempre. La vida de Elizabeth fue realmente dura y quería plasmar eso, por lo que no tiene cabida el humor, como sí lo tenía en el caso de ‘Esperanza’.

– ¿Cuál va a ser la hoja de ruta de la representación de ‘Elizabeth Siddall’ tras la premiere en la capital leonesa?
– He elegido León porque es mi refugio, como digo yo, es mi tierra y mi gente, y el Teatro El Albéitar porque cuando estudiaba en la Escuela de Arte Dramático de León e iba al teatro y venía la gente de Madrid a actuar ahí yo siempre pensaba que algún día yo también actuaría en ese mismo escenario. Le tengo mucho cariño a Pepe Tabernero y siempre le decía que cuando estrenara sería en su teatro. Para mí es un orgullo poder estrenar en ese teatro. Siempre tuve claro que el estreno iba a ser en León porque es la ciudad en la que desperté como actriz y a la que siempre acudo para que el examen sea algo menos riguroso que si lo hiciera en Madrid, por ejemplo. Lo ideal es que me saliera una gira por la provincia, porque me encanta actuar por los pueblos, para luego estrenar en Madrid. Ya tengo vista una sala, aunque todavía no hay nada concreto. Sería una sala de teatro alternativo con un aforo no superior a las cien personas para estar en Madrid el tiempo que pueda, y luego, si hay suerte, que el espectáculo lo coja un distribuidor para poder ir de gira por toda España.
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