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Margarita deshoja la margarita

04/03/2017
 Actualizado a 10/09/2019
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No fue poco fangosa la metedura de pata de quien o quienes decidieran, Pedro Sánchez solo o en comandita, en las primeras elecciones la inclusión por el PSOE de Irene Lozano, activista tal día como hoy de UPyD, y al siguiente tránsfuga deseosa de seguir con escaño una vez derrotada para secretaria general de su partido por Herzog. Fueron suficientes un par de comparecencias públicas para enviar a clausura a esta candidata, de la que apenas nada se supo en la campaña electoral, a no ser que había desplazado a mujeres de gran trayectoria y compromiso socialista para dejar más volandera la cesta de votos.

Pero a la nacida leonesa, y jurista, Margarita Robles, independiente y con el desempeño de numerosos cargos ministeriales en diversos gobiernos socialistas, si bien tampoco parece haber aportado sustancial éxito electoral en la segunda ronda, no se le ven ganas de pasar desapercibida, antes bien, la encuentra uno en numerosos medios; azacaneando, como una de las ideólogas de un nuevo programa electoral para el anterior secretario general: en realidad, un envoltorio de grageas sedativas, que le han elaborado para que las suministre a los afiliados votantes. La verdad es que se podía esperar de mujer tan cabal, que descontenta definitivamente con la abstención que propugnaban los nuevos regidores del socialismo español (para no llevar a los ciudadanos a unos terceros comicios y cosechar menos votos, o bien pactar la gobernanza de la Nación con un berenjenal de siglas infumable), era presumible, decía, que volvería a la judicatura antes de rebelarse contra el criterio de la mayoría de los diputados de su grupo.

No ha sido la retirada, claro está, su decisión, sino embarcarse en una aventura que en Margarita Robles resulta pintoresca. Entre los argumentos, o ensoñaciones ‘moradas’ de las que se vale, el último me ha llamado poderosamente la atención. A cualquier español no se nos escapa que los separatismos están ahí latentes, y que cuando los afines a la segregación alcanzan poder, si hubiere dejación continuada, como es el caso, lo utilizan para crearse un enemigo ficticio, al que llaman Castilla, Estado, etc., el cual disimula sus saqueos o carencias, enardece pasiones con banderas al uso de Santa Cruzada y, lo más importante, acrecienta los votos. El tema nacionalista catalán viene de largo; tanto es así que ya, pese a unos planteamientos muy lejanos a los actuales, en la Segunda República fue motivo de debate en el socialismo español, y tratado con gran prevención. En tal discurso teórico participaron, entre otros, Ortega, Largo Caballero, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos... Fernando de los Ríos, totalmente opuesto, conocedor del paño, a la pretensión, en aquel entonces, de la transferencia de la educación.

Pues hete aquí que ya que no fueron pensadores tales capaces de dejar resuelto asunto de tanta enjundia, como el separatismo, Margarita acaba de deshojar la margarita y nos ha revelado su solución, a la norteamericana, en el programa de un periodista, Luis Herrero. Dice Margarita lo siguiente para facilitarnos un ejemplo fácil, apto para ella y los que carecemos de luces, que en España podemos asumir, en aras a comprender lo que llama ‘plurinacionalidad’ (¡y, descúbrase, pues esto sí que es conocimiento histórico, saber de dónde venimos y qué somos, y poner el cascabel al gato!); dice: «Yo creo que todo el mundo lo entiende… Un país como Estados Unidos… Hay 52 estados…, cada estado con leyes propias… No tiene nada que ver la legislación de un estado con otro estado, y algunos incluso con la pena de muerte, otros con el aborto reconocido y otros no reconocido, y eso no quiere decir que no se sientan un país unido, y que no sientan el orgullo de ser americanos».

¿Lo entiende usted, lector?, ¿lo entenderían aquellos grandes pensadores y figuras relevantes del socialismo español?, ¿y Margarita Robles?: yo creo que ni ella lo entiende.
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