Marcos Montiel (juez de paz): "Al final esto es zanahoria y martillo"

Marcos Montiel relata su experiencia como juez de paz en Santa María del Páramo

I. Herrera
10/12/2017
 Actualizado a 13/09/2019
Montiel con el bastón de mando, el que porta en las procesiones como autoridad municipal que es. | MAURICIO PEÑA
Montiel con el bastón de mando, el que porta en las procesiones como autoridad municipal que es. | MAURICIO PEÑA
Marcos Montiel es uno de los 205 jueces de paz de la provincia de León. Concretamente desempeña su cargo desde agosto del pasado año en Santa María del Páramo. Se trata de una localidad de 3.300 habitantes, es decir, que está entre las ‘grandes’ del territorio leonés, y no faltaron candidatos a cubrir el puesto. Más problemas se encuentran en esos pueblos donde apenas quedan vecinos y, los que quedan, están ya bastante entrados en años.

Cuando Marcos, fueron ocho los candidatos. Como requisitos legales no tenían más que cumplir que el ser mayor de edad, de nacionalidad española y carecer de antecedentes penales. Ante la variedad, la comisión municipal encargada de llevar una propuesta al pleno municipal de Santa María –que es el que tiene que votar por mayoría absoluta al juez de paz– seguramente valoró que Marcos es licenciado en Derecho y está preparando oposiciones a la carrera judicial. En todo caso, su propuesta fue respaldada por unanimidad. Ahora es autoridad en el pueblo, su pueblo, y dice estar muy contento con el cometido.

«La mayoría de los casos que llegan al juzgado son asuntos relacionados con fincas, herencias... es lo más común», explica Montiel, que recuerda que, desde la última reforma en marzo de 2015 en materia Penal, ya no abordan juicios de faltas y que en ningún caso dictan sentencias, tan sólo resuelven sobre actos de conciliación.
«Aquí, como decía, son sobre todo temas de las lindes de las fincas, de herencias entre hermanos... es lo que más te vas a encontrar. Lo que se hace en el Juzgado de Paz (que está ubicado en el edificio consistorial) es sentarse y hablar para ver si alcanzan un acuerdo sin necesidad de llegar a la justicia ordinaria», explica Marcos. «Ese es el cometido principal, moderar la discusión, porque les cuesta mucho respetarse los turnos de palabra, sobre todo si se trata de lindes y de gente mayor», porque tal y como añade, esto no es como en un juicio ordinario, donde no existe la posibilidad de que discutan entre ellos, «aquí tienes que dársela porque si no pierde su esencia, y entonces, claro, es zanahoria y martillo, que discutan, pero que no se pasen, tiene su parte de psicología y, en ese aspecto, es más difícil incluso que en el ordinario».

Tan difícil que en el tiempo que lleva como juez de paz de Santa María del Páramo, que ya va para año y medio, no ha tenido todavía ningún acta con avenencia, «he tenido alguno que no se han presentado y, la mayoría, sin avenencia, se interrumpen, se obcecan y no salen de ahí».

Interrogado acerca de si los jueces de paz podrían ser una ayuda al sistema para desatascar la Justicia, Marcos Montiel lo ve claro: «Yo creo que sí, eso o que saquen más plazas, que a mí me vendría perfecto», comenta entre risas. Pero claro, no todos los jueces de paz tienen sus conocimientos en Derecho, «hay muchos pueblecitos donde el juez de paz es un paisano mayor y eso, la verdad, es para levantarse y aplaudirles, porque además, cuanto más pequeño es el pueblo más difícil es ejercer esta función», y es que a más de uno le habrá costado la amistad con algún vecino, sobre todo, indica, «cuando había que pronunciarse sobre asuntos penales, porque ahora, al fin y al cabo, son ellos los que tienen que ponerse de acuerdo, tú no tomas parte».

«¿Da para vivir?», es la pregunta. Unas risas amables su respuesta. «Son 410 euros al trimestre, no tengo ningún problema en decirlo, es público, y Santa María es de segunda categoría, así que imagínate uno de tercera o de cuarta –las retribuciones económicas van en función de la población–. Aunque también es cierto que tampoco absorbe mucho tiempo, hay que preparar las conciliaciones cuando las tienes y firmar los asuntos que van saliendo, defunciones, nacimientos, libros de familia y celebrar bodas, que bueno, las bodas y los nacimientos son, sin lugar a dudas, la parte más amable de esta función».

Sí que hay algo que le da rabia. Cuando aquellos que no conocen muy bien en qué consiste esto de ser juez de paz le dicen que es como un concejal. «Esto no tiene nada que ver con la política, por mucho que se nos elija cada cuatro años como a los políticos, esto es algo totalmente ajeno a las siglas de los partidos».

Lo que sí es Montiel es autoridad, de hecho en los actos públicos en Santa María del Páramo el protocolo exige la presencia del alcalde (alcaldesa en este caso), el sargento de la Guardia Civil y el juez de paz.
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